Mis textículos
Bah, míos y ajenos, en realidad (un contubernio texticular que te la voglio dire). Letra. Escritura . Mojos pa leer, más que nada.
¡ESO NO SE DICE, NENE!
1. "El País" y sus editorialistas
Hablar bien no cuesta un carajo.
2. La televisión vernácula
El canal 12 y Victoria "Boquita con llave" Rodríguez. (De yapa, un acertijo que tiene que ver con el asunto.)
 Victoria alega en su descargo pero, francamente, no convence.
Cuatro breves reflexiones acerca de la autoridad y asuntos conexos, a cargo de Tom Robbins, El Cuarteto de nos, Frank Zappa y nuestro webmaster.
Para ser gente como uno (otro de los famosos testículos o pequeños tests de "Mis mojos").
Nuestro bienamado webmaster se despacha con un libelo que mina las bases mismas de la Orientalidad.
Al fondo a la derecha, el baño de damas. (No tire el papel en el uater que se tapa.)
RETRETES A SALVO
Ayer fue apresado Decúbito Niple, el tristemente célebre Sátiro de los Mingitorios, en un operativo en que participaron tres divisiones del escuadrón SWAT de la policía, dos dotaciones del Cuerpo de Bomberos y la totalidad del Escuadrón de Perros Tiras del Departamento de Inteligencia del Ministerio del Interior -con la única excepción del Sargento Primero Sultán Manchita Supervielle, quien se recuperaba de un caso leve de parvovirosis.
EL AZOTE DE LOS URINARIOS
El despreciable malhechor cayó en manos de los agentes del orden sin oponer resistencia pero pataleando, manoteando y largando tarascones a tontas y a locas.
Tras alejar del área a las tontas y a las locas, quienes nada tenían que hacer allí y sólo conseguían estorbar el operativo, los guardianes del orden capturaron a Niple in fraganti –o fragante, considerando que la detención se produjo en un baño público que acababa de ser usado para sus fines específicos.
El inmundo malviviente cuenta con un largo historial de delitos, contravenciones, ofensas, faltas, transgresiones, tropiezos, infracciones, caídas, pecados y pecadillos surtidos, ya desde su minoría de edad.
A los quince años, Niple fue arrestado por primera vez tras hacerse pasar por una sopapa en el baño de damas de una confitería céntrica. Internado en dependencias del I.Na.Me., el hábil infantojuvenil logró evadirse camuflado como un calefón averiado que los funcionarios retiraron para llevarlo a reparar.
Es legendaria la destreza del joven Niple para adoptar la forma, consistencia y color de cualquier artefacto sanitario u objeto relacionado con los baños y las funciones fisiológicas que en los mismos se cumplen, y su maestría no hizo sino crecer con el tiempo.
NO ERA UN WATER
Los archivos judiciales están repletos de expedientes en los que constan las hazañas del forajido. Es especialmente recordada la vez que logró ser tomado por un tampón (y no extra grande sino de tamaño pequeño, para mayor alarde de pericia) y ya estaba a punto de ser introducido por su incauta víctima en el sitio donde suelen ser insertados dichos apósitos íntimos.
Afortunadamente para la joven de marras, en dicha oportunidad Niple estaba resfriado, y la mujer, sospechando que algo andaba mal al oír que su Johnson y Johnson estornudaba tres veces consecutivas, solicitó la ayuda de un agente que casualmente descomía en el baño de caballeros adyacente.
En la ocasión que motiva esta nota, que el fotógrafo de la policía captó con su lente y que "Mis mojos" publica ahora en exclusiva, el repugnante sujeto se encontraba en uno de los gabinetes de damas de la terminal de Tres Cruces, mimetizado con un inodoro.
El despreciable individuo fue procesado en esta ocasión por personificación de artefacto sanitario en reiteración real. Entrevistado por "Mis mojos" a la salida del juzgado, cuando era conducido a prisión, e interrogado acerca de qué opinaba de su enésima detención, el abyecto facineroso contestó de manera escueta:
-Una cagada-, masculló.
Guillermo Vicéns
_______________________________________________________________
RUIDO
Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido
(Joaquín Sabina)
El epígrafe de este texto es un fragmento de una canción que probablemente muchos de los lectores conozcan. El andaluz que la escribió no se refería, sin duda, al mismo ruido del que yo voy a hablar. Sin embargo, y teniendo en cuenta la edad del trovador de marras, éste seguramente se ha percatado del ruido que me ocupa y quizá haya incluso parado mientes en el mismo. Afortunadamente no le ha dedicado una canción al tema, con lo que mi reflexión de hoy no ve menguada su originalidad.
El asunto es entonces, como lo anuncia el título, el ruido. Y como se desprende del introito, no se trata de cualquier ruido sino del que viene con el paso del tiempo.
Para decirlo de manera sintética y aclarar de una vez el punto: con la edad, señoras y señores, nos ponemos ruidosos. Alrededor de los cuarenta años empezamos a emitir sonidos. Claro, ustedes me dirán que dicha emisión comienza mucho antes, en la primera infancia. Y estarán en lo cierto, sin duda.
Sólo que no me refiero al habla, sino a otro tipo de sonidos A diferencia de aquella, éstos son involuntarios. Además, salvo unos pocos, no salen sólo de la boca sino también de diversas partes del cuerpo. Empezaré, no obstante, con los que sí proferimos mediante el aparato fonador.
Imagine el lector dos hipotéticos sujetos, "A" y "B", que transitan por la calle. "A" tiene 20 años y "B" ha vivido ya cuatro décadas. En determinado momento ven en el suelo, frente a sí, sendos billetes.
Naturalmente, se agachan para recogerlos. Mientras que el mozalbete "A" no sólo realiza la secuencia de movimientos como si fuera una única maniobra (sin solución de continuidad entre el descenso y la posterior vuelta a la posición vertical y con un irritante alarde de agilidad juvenil) sino que lleva a cabo toda la operación en completo silencio, el veterano "B", además de efectuar una perceptible detención en lo más bajo del trayecto, como si hiciera una escala o prefiriera quedarse un rato en cuclillas a fin de recuperar fuerzas para la ímproba tarea de volver a incorporarse, emite al llegar a la posición inferior un sonido característico.
Es una peculiar combinación de gruñido y suspiro que resulta sumamente expresiva y que, en ocasiones, permite adivinar que quien lo profiere se ve tentado a quedarse a vivir para siempre en esa postura, tan cerca del piso, con tal de no enfrentarse a la dura empresa de recuperar la posición erecta.
Pero existen otros ruidos igualmente significativos que se imponen a la conciencia de sus maduros emisores. Retomemos el caso del añoso "B" y llamémoslo a partir de ahora Bartolo, para evitar la frialdad impersonal de la letra aislada.
Toda vez que don Bartolo se agacha, sus rodillas crepitan como un fogón. Lejos quedaron los días en que sus bisagras -que no otra cosa son las articulaciones del cuerpo humano- funcionaban en silencio, como recién aceitadas. A partir de cierta edad, chillan como puerta de castillo en película de terror.
Pero el ruidaje no se limita a las rodillas: el cuello traquetea; los hombros chasquean; las caderas rechinan y restallan. El cuerpo entero se transforma en una sinfonía que se empeña en informar a su poseedor (el bueno de Bartolo, en este caso) que las hojas del calendario, que otrora pasaran en un saludable mutismo, lo hacen ahora al son de una intranquilizador y discordante coro de pequeños crujidos y estallidos -pequeños en ocasiones; otras veces resuenan en el silencio como explosiones.
La letra de esa música ominosa, que Bartolo pugna cada vez más infructuosamente por ignorar, podría perfectamente ser la paráfrasis de la conocida tonada del trovador cubano:
El tiempo pasa
Y damos chasquidos secos.
Nuestro atribulado Bartolo no puede olvidar que los que vive en la actualidad no son ya sus silentes años mozos. Los goznes que articulan sus diversos segmentos pierden su natural lubricación a pasos agigantados. Por más que se resiste a admitirlo, la maldita polifonía asalta sus oídos y su mente repite una y otra vez las palabras fatídicas:
Y cada articulación
Cada hueso a cada paso
Atruena cual el bombazo
De un cañón.
Para continuar con las citas musicales, el viejo Bart se siente como el Superboca del que canta el Indio Solari:
Le hizo ¡crack! (¡crack!) el hueso al final,
¡qué ruido! ¡crack! (crack) (hasta astillar...).
Le hizo ¡crack! el hueso al final
Sin embargo, el vetusto Bartolomé reflexiona que la cosa podría ser peor. En lugar de encarar el asunto de manera pesimista, adopta un talante filosófico de mansa resignación. "Sonamos pese a todo", se dice sabiamente, tomando prestado el título de un conocido fonograma de Les Luthiers. Porque sabe perfectamente que el día que deje de sonar, sonó.
Guillermo Vicéns
_______________________________________________________________
250 COSAS QUE PENSAR CUANDO LLORA EL BEBÉ
El siguiente es un textículo de Brian Shein que salió en el número de noviembre de 1980 de la revista estadounidense National Lampoon. Sólo me resta advertirles que lo que sigue puede herir la sensibilidad de algunos lectores, especialmente la de aquellos con hijos lactantes (experiencia de la que carezco, Dios me libre y se los guarde). Están avisados Con ustedes, el texto de marras. Buen provecho.
Son las 2:30 de la madrugada. Tu mujer está dormida a tu lado y vos finalmente estás a punto de conciliar el sueño. Esta podría ser la primera vez que dormís en serio en los últimos dos meses, desde que nació la beba. De repente, te despertás de golpe. Ahí está otra vez, en el cuarto de al lado … el ruido de la frazada, unos pocos gemidos preliminares bajitos, y luego el aullido a todo pulmón. La beba está llorando de nuevo.
1. No. No puede ser. Estoy tan cansado que estoy alucinando. En cualquier momento voy a ver el grito. Son anaranjado fosforescente con una ondulación verde todo alrededor.
2. Pará un cachito. De repente es la respiración de mi mujer, amplificada. Escuchá … inhalación, exhalación ... El oído a veces hace cosas raras.
3. Sí, es la beba. Tiene fiebre. El doctor dijo que pueden ponerse morados y tener espasmos. Igual que un ataque de epilepsia. Chau, apuesto a que eso podría partirle la columna sin problema.
4. Un resfrío. Neumonía. Una plaga neumónica. Va a toser y a largar una cosa como una supuración negra de los pulmones. Y se va a ahogar con ella. De repente ahí puedo dormir un poco.
5. No puedo decirlo. No puedo ni pensarlo.
6. Leucemia. Ahí está, lo dije.
7. A los bebés también les dan ataques al corazón. Lloran con todo, la presión les sube de golpe, las venitas no aguantan y pum, se acabó.
8. ¡Carajo, llora fuerte, mismo! Clavado que al lado Eduardo y Liliana van a oír, y no me extrañaría nada que llamaran a la cana. Un inspector con ocho hijos propios va a ver el arañazo de cuando le cambiamos los pañales. Me va a tirar contra el rincón y me va a sujetar el cuello contra la pared con una llave especial de los policías y me va a jurar que me va a mandar en cana por abuso de menores aunque tenga que renunciar para trabajar en el caso veinticuatro horas por día.
9. Son dos drogadictos que están ahí. Tipos demacrados y psicópatas, de pelo largo y sucio y camperas de cuero. Les hace gracia el llanto de los bebés. Aunque les prometa darles mi tarjeta de crédito y un changüí de una semana antes de hacer la denuncia, igual le van a hacer eso que están pensando y de lo que se ríen.
10. Sí, ¿pero si se muere en serio? Digo, tengo que denunciarlo, ¿y cómo explico que no salté de la cama en cuanto oí el primer ruido? Eso es lo que van a decir mis suegros en el juicio por negligencia, los dos sedientos de venganza por lo que le hice a su irremplazable nieta. No hay nada más pirado que los viejos que buscan justicia. No entienden nada de los inconvenientes ni la reputación de uno. Lo único que saben es que la cosa más importante de sus vidas vacías ya no está. Yo soy el responsable, y ellos no tienen nada mejor que hacer que gastar sus ahorros en un abogado famoso que me va a dejar hecho un pelotudo lloroso y patético en el banquillo de los acusados y me va a cargar con una deuda de un millón de dólares para el resto de mi vida.
11. De repente no me demandan. Pero igual es un papelón. Voy a tener que contarle a la farmacéutica, tan simpática, cuando me pregunte por qué ya no compramos comida para bebés. Voy a tener que cancelar la entrega de pañales, y cuando le explique al repartidor me va a dar una palmadita en la espalda y me va a decir: "¡Eh, mejor suerte pa la próxima, hermano!".
12. Calculo que vamos a tener que hacer un velorio. Un velorio de bebé con un cajoncito en miniatura y alguien que va a hacer un discurso interminable con un montón de bolazos sentimentaloides sobre la ruta especial para niños que va a hacer Mónica hacia el cielo. Y después capaz que una cajita de música toca alguna cosa bajoneante de Schubert.
13. De repente podemos encanutarla en el jardín. Sí, seguro … con todos los vecinos chusmeando todo el tiempo. Sería como una escena de Hitchcock, yo ahí con una bolsa de arpillera y un agujero a medio cavar. "Opa, qué hacés, Eduardo. Acabo de comprar estos bulbos de tulipanes y dicen que hay que plantarlos de noche, cuando la tierra, está … ehhh … fría.
14. Los vecinos del otro lado tienen ese perro de mierda que siempre está husmeando en la basura. Si agarro a ese bicho puto haciendo un agujero justo ahí, le parto la cabeza con la alabarda ceremonial que tenemos en el living. No me importa si me meten padentro, no quiero un pastor alemán jodiendo con los huesos de mi beba.
15. ¿Pero y entonces qué hacemos? Fingir. ¿Metemos una muñeca en el cochecito y damos vueltas a la manzana? Tendríamos que mudarnos.
16. ¿Qué estoy diciendo, "tendríamos"? Se va a divorciar al toque. Se va a ir de una. Bueno, sí, nunca terminé de leer "La gordura es un asunto feminista". Lo siento, pero no es por eso que nuestra beba se murió.
17. Mi mujer se fue. Estoy solo. ¡Eh, resulta que la beba no está muerta! Oigo unos rasguños bajo tierra en el jardín. Estaba en coma, cosa que hacen todo el tiempo y es normal. Pueden respirar sin mover los pulmones ni nada.
18. Igual mi mujer me va a echar la culpa. No va a volver. Estoy clavado con la beba, solo. La botija llora todo el tiempo. Cuando trato de darle de comer escupe y revienta la mamadera contra el piso. Sé que cuanto más tenso me ponga, más va a llorar. Eso me pone extremadamente enojado y ella reacciona como lo preveía. "Morite, papito, morite o volvete loco", es lo que me dice con su lenguaje corporal de bebé.
19. Estoy solo. Perdí el laburo. Es de noche. Todavía está llorando, desde hace seis horas, sin parar. De repente no siento el brazo izquierdo. El primer síntoma de un ataque al (Continúa en la página 247.)
_______________________________________________________________
Sepa por qué usted es machista
por María Elena Walsh
1. Porque le falta el principal de los sentidos: el del humor.
2. Porque se siente Dios, aunque no sea Ministro.
3. Porque cree todo lo que le dicen los medios (o miedos) de difusión de la Argentina actual, y ya tiene el cerebro más lavado que mate cebado por un polaco.
4. Porque su mamá es una santa, por lo tanto las demás mujeres son unas brujas.
5. Porque su mamá es una bruja, por lo tanto las demás mujeres también.
6. Porque no tiene mamá y no consigue quien lo mime.
7. Porque en realidad le gustan más los hombres, aunque no ejerza.
8. Porque quiere hacer mérito ante los centros de poder, exclusivamente masculinos: empresariado, Fuerzas Armadas, animadores de TV, deporte, sindicatos, clero, pompas fúnebres, etcétera.
9. Porque todo ese asunto de la gestación y el parto le da miedo y asquete, como la educación sexual al Ministro de Educación.
10. Porque usted tiene los mismos atributos de Woody Allen pero no le dan el mismo resultado.
11. Porque no soporta la idea de un rechazo sexual hacia usted o hacia otro, y cree que la bella siempre debe estar a disposición de la bestia.
12. Porque usted no vive en el presente (y para eso lo ayudan mucho) sino en la prehistoria mental, y se da manija con tangos del 40.
13. Porque usted es burro y en lugar de corregirlo con tiempo y esfuerzo lo disimula con agresividad.
14. Porque usted es culto pero culturiza fuera de la maceta, y leyó a Julián Marías y no a Simone de Beauvoir.
15. Porque en el fondo es antisemita, antinegro, antiobrero, antijoven, pero como eso ya no corre se desquita con la misoginia, que aquí y ahora viene con premio (pero no se descuide: por poco tiempo más).
16. Porque usted ama el orden por sobre todo, y cada cosa en su lugar y las mujeres en la cocina (o en cueros en tapas de revistas), y Pinochet, Castro y García Meza en el poder.
17. Porque cree que la inepcia es cuestión de sexo, que es como creer en la cigüeña o en elecciones inminentes.
18. Porque teme que las mujeres hagamos rancho aparte, y no piensa que son los hombres quienes lo inventaron y perpetúan. (Véase el punto 8.)
19. Porque supone que la mujer quiere imitar al varón, y no sabe que antes muerta que imitar a semejante fabricante de desastres, desde la guerra atómica hasta el IVA.
20. Porque le gusta que al mundo lo manejen los colectiveros.
21. Porque tiene mucha paciencia para dejarse pisar la cabeza por cualquier matón y muy poca para comprender errores de mujeres, que al fin y al cabo son, históricamente, debutantes en la mayoría de las profesiones.
22. Porque teme que las mujeres "pierdan la femineidad", cosa imposible de perder, salvo que usted llame así a cosméticos y pilchas.
23. Porque usted teme que le roben algo y no sabe bien qué, a pesar de que a diario lo saqueen y basureen, y no precisamente las mujeres.
24. Porque es sincero, y vale más machista recuperable que "feminista" patrocinante como un papito que a las pretensiones femeninas dice que sí PERO ...
Ahora ya sabe. Con estos veinticuatro puntos usted ahorra años y fortunas en psicoanálisis.
Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más machista que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV.
Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente.
Ahora puede seguir siendo machista, pero con apoyo logístico.
No se trata tampoco de ejercer la represión desde estas páginas. Es posible que la perseverancia le acarree aplausos y sensación de deber cumplido, amén de las palmadas de la patota.
Pero ojo que no hay premio mayor que saberse persona inteligente y civilizada. Si no opta por eso, estará contribuyendo a la contaminación mental, que es la que nos mata. Y no la humedad.
Estará inflando la maquinaria del prejuicio y la prepotencia y al fin se va a quedar solo como un ciempiés, de luto, convertido en Drácula de utilería y en hazmerreír de las criaturas primaverales.
Publicado originalmente en la revista "Humor". (Buenos Aires, 1980)
_______________________________________________________________
POBRES DE NOSOTROS
Bicho machista, si los hay, el uruguayo. Y le aclaro que al decir "uruguayo" me refiero tanto a los orientales como a las orientalas, ya que ellas saben ser tan implacables como nosotros a la hora de defender Los Sacrosantos Privilegios del Macho.
Por suerte, hace tiempo que muchas Sras. y Srtas. -y Ms, ese intraducible y oportuno invento con que muchas americanas del norte reivindican su condición femenina sin aludir ni por asomo a su estado civil; vendría a ser algo equidistante entre una señora y una señorita; algo así como una señoreta. Pero ya me estoy yendo por las ramas. Sepa disculpar. Prosigo.
Hace tiempo, decía, que muchas féminas se avivaron de la bota que les pesaba sobre el lomo (y de la que pérfidamente se había colado en sus lindas cabecitas, dicho sea con todo respeto), dijeron no va más y, uniendo el dicho al hecho, fundaron el Movimiento Feminista; movimiento que cundió en todo el orbe con la rapidez del proverbial reguero de pólvora y que tiene por objeto salvar a la mujer de la inicua opresión masculina.
Lejos de mí la intención de denostar tan justa y necesaria causa; porque ya era hora de que ellas se pusieran los pantalones -valga la paradoja- y salieran a campear por sus derechos.
Como dijo Bob Dylan, los tiempos están cambiando (para bien o para mal, como acotó Benedetti) y eso se nota hasta en el léxico: nunca me olvidaré de la primera vez que escuché -hace ya años- en un bondi, a dos mantec... perdón, a dos tiernas jovenzuelas que hablaban de Fulanito, quien, según parece, era terrible "mino".
En fin, que hace tiempo que la mujer, en su calidad de la más evidente víctima del chauvinismo masculino, tiene quien saque la cara por ella. Y yo, si no la cara, por lo menos me saco el sombrero ante sus reivindicaciones.
Pero si dije que las min... digo, las mujeres son las más evidentes víctimas, es porque el machismo se ensaña también con nosotros, los hombres.
Sí, como lo oye: nosotros somos las víctimas olvidadas. Y si no, paso a explicarme: ¿alguien puede negar que un choma que se precie tiene que seguir a rajatabla un decálogo tan estricto que deja como un poroto a las famosas lápidas que Moisés bajó del monte?
Porque es público y notorio que el hombre, para ser hombre, además de no ser batidor no debe, bajo ningún concepto:
1. Mostrar una sensibilidad ligeramente superior a la de un taburete.
2. (corolario del anterior) Derramar una furtiva lágrima (salvo que alegue en su descargo que las pelusas de los plátanos vienen bravas este año, que lo parió) o expresar ternura en cualquiera de sus formas.
3. Achicarse a la hora de los fifes (perdón, debí decir bifes. Pero también. Es decir: tanto en sentido bélico como bíblico; véase "San Fife a los Corintios"; Nuevo Testamento; Primera Epístola; Capítulo Quinto; Versículo Primero).
4. Tenerle miedo a las arañas, cucarachas, ratas y demás alimañas inmundas. Y si lo tiene, disimular como un hombre.
5. Permitir que una mujer acaree un bulto pesado; o que le abra una puerta; o que lo deje pasar diciendo: "los caballeros primero, faltaba más".
6. Vestirse de mujer (aunque las mujeres hace rato que adoptaron prendas que alguna vez fueron consideradas exclusivamente masculinas). Es cierto que con respecto a este mandamiento puede hacerse ciertas excepciones en relación con determinadas modas y accesorios: si mi abuelo, que en paz descanse, hubiera visto en sus tiempos a un fornido mocetón de cola de caballo y con un arito en la oreja, seguro que le cruzaba la jeta de un sopapo. Pa’ que se hiciera hombre, carajo.
Bueno, al final el decálogo me resultó un hexálogo. Pero bah, usted me entiende.
Es así, señores: tenemos que ser recios. Duros. Duros en todo sentido: emocional y físico -por no hablar de la obligación de exhibir regularmente cierta dureza anatómicamente más restringida; de dejar siempre bien parada nuestra reputación, bah.
Tenemos que ser duros en todo lugar y en todo momento. Acá y en la Patagonia, aunque resulte patentemente patético (perdonando la bruta aliteración).
Para ser más claro y poner un ejemplo: ¿usted se fijó en la lamentable manera en que "bailamos" la mayoría de los varones? Ah, ¿no se fijó? Bueno, haga la prueba; preste atención en cualquier boliche, confitería bailable o similar y va a ver que la mayor parte de nosotros, en tales ocasiones, parece tener los pies remachados al piso, las rodillas enyesadas y el cuello preso de una abrazadera ortopédica; y apenas si balancea el torso en un levísimo, casi imperceptible movimiento oscilatorio, con los brazos colgando a los lados con tanta gracia como si tuviera sendas mancuernas sujetas a las muñecas.
Es como si bailáramos a desgana y por obligación. Más que bailar parece que disimuláramos, mire.
Lo contrario está mal visto: recuerdo una vez, en casa de un amigo (a quien llamaré Lucas y cuya verdadera identidad me reservo por aquello de la protección a los inocentes) cuando mirábamos el video de su casamiento.
En determinado momento, en medio de la batahola, la cámara enfocó a un pinta que bailaba con ganas, que se movía de veras; y le digo más: el anormal parecía disfrutar de lo que hacía. Bueno, este tal Lucas fue verlo y exclamar, indignado: "¡Pero mirá ese tipo, si parece una mujer!".
Yo, le soy sincero, al tipo no lo conozco; ignoro para dónde tira en materia de preferencias sexuales. Pero, qué quiere que le diga, a mí no me pareció amanerado o afeminado; me dio la impresión de que simplemente gozaba del baile. Y eso, claro, es motivo de escarnio.
Es que, como dijo no recuerdo quién, vivimos en una sociedad en que los hombres tenemos un terror pánico a que alguien, aun fugazmente, pueda albergar la más ínfima sospecha de que somos trolos -u homosexuales, para usar un término académico y más bien clínico.
Este mismo Lucas tuvo una vez una novia que disfrutaba del sexo como las gallinas (que según la sabiduría popular son unos bichos sumamente dados, ¿vio?). Pues bien, Lucas no sólo me relataba luego los pormenores -como dice otro amigo, si no lo contás es como que no cogiste- sino que lo hacía con un innegable aire peyorativo. Pero bueno, qué voy a venir yo ahora a descubrir la pólvora con lo del doble estándar, ¿no?
Por cierto que los más perjudicados en esta historia no son ni el bailarín equívoco ni la gallinácea novia de Lucas, que seguramente no se enteraron ni se van a enterar nunca de las declaraciones de mi amigo. El que sale jodido en este asunto, digo yo, es el pobre Lucas (quien, además, al reconocerse en una primera versión de este texto, reaccionó típicamente: "¿Vos no serás medio puto?", me dijo).
El que sale jodido, le decía, es Lucas. Y todo el resto de nosotros que andamos por ahí haciendo gala de los mismos esquemas, estereotipos y prejuicios.
Por eso, para terminar, propongo a las feministas que me leen que en su próximo simposio planteen el tema y quiebren una lanza por nosotros, pobres machitos.
Pero eso sí: que ni se les ocurra decir que la idea fue mía. A ver si todavía alguno piensa mal, diosmelibreyselosguarde.
Guillermo Vicéns
____________________________________
CIBERSEXO
Una amiga me lo mandó por correo electrónico. Lo leí. Me cagué de risa y envidié al anónimo autor. Deseé haberlo escrito yo y me vi tentado a hacerlo pasar por mío, pero lo pensé mejor. Lo corregí, lo adapté al rioplatense y agregué algo de mi cosecha -específicamente, las cinco primeras líneas del diálogo y el incidente del rope (aunque, a fuer de justo, he de decir que el verdadero Federico nunca me obsequió semejante sorpresa; supe pisar alguno de sus charquitos, sí, pero nunca nada pastoso, a Dios gracias)-. En fin: con ustedes, los cibernautas:
Hermenegildo ha entrado al canal privado
Hermenegildo: Hola de nuevo, Sexy Girl. Perdoná la demora.
Sexy Girl: Ya era hora, papito. ¿Qué hacías?
Hermenegildo: No, pasa que hoy esto está lento. Además estaba despidiéndome de "Panocha arrecha quiere chingar"
Sexy Girl: Ah, sí, la loca mexicana esa.
Hermenegildo: Bueno, cosita, no te me pongas celosa. Contame, ¿qué tal estás?
Sexy Girl: Tengo una blusa roja de seda, minifalda y tacos altos. Hago ejercicios todos los días, estoy en perfecta forma y mis medidas son 90-60-90. ¿Y vos?
Hermenegildo: Mido 1,68, peso 120 kgs. Uso lentes y tengo puestos unos pantalones azules que acabo de comprar en TaTa. También tengo una camiseta negra con algunas manchas de salsa de la cena .... mmmm ... no huele bien.
Sexy Girl: Te deseo. ¿Querés hacerme el amor?
Hermenegildo: ¡Más bien!
Sexy Girl: Estamos en mi cuarto. Hay música suave de fondo y velas en la cómoda y la mesa de luz. Te miro a los ojos, sonrío. Mi mano se mueve hacia abajo en tu cuerpo y empiezo a acariciarte la entrepierna.
Hermenegildo: Trago saliva. Creo que estoy sudando.
Sexy Girl: Te quito la camiseta y beso tu pecho.
Hermenegildo: Ahora te desabotono la blusa. Mis manos tiemblan.
Sexy Girl: Suspiro suavecito.
Hermenegildo: Sostengo tu blusa y la deslizo lentamente.
Sexy Girl: Mi cabeza cae hacia atrás de placer. La seda fría se desliza fuera de mi cálida piel. Sigo sobando tu miembro.
Hermenegildo: ¡Epa! Mi mano brinca espasmódicamente de la impresión y accidentalmente te rompe la blusa. Lo siento.
Sexy Girl: No te preocupes. No era una blusa cara.
Hermenegildo: Te voy a comprar otra.
Sexy Girl: Olvidate. Tengo puesto un soutién de encaje negro. Mis pechos suaves suben y bajan rítmicamente, mientras respiro más y más profundamente.
Hermenegildo: Estoy peleando con el gancho del soutién. No puedo soltarlo. Creo que se trabó. ¿Tenés una tijera?
Sexy Girl: Tomo tu mano y la beso suavemente. Alcanzo detrás de mi espalda y suelto el gancho. El soutién cae silenciosamente. La brisa acaricia mis senos, mis pezones están erectos por vos.
Hermenegildo: ¿Y cómo hiciste para soltarlo? Recojo el soutién y lo examino detenidamente.
Sexy Girl: Me doblo de placer. ¡Ah, cariño, quiero sentir tu lengua sobre todo mi cuerpo!
Hermenegildo: Suelto el soutién. Y ahora te beso los ... vos sabés ... los senos. ¡Redonditos!
Sexy Girl: Paso mis dedos felinamente entre tus cabellos y te mordisqueo la oreja.
Hermenegildo: ¡De repente estornudo! Tus senos ahora están cubiertos de saliva y flema.
Sexy Girl: ¿Qué?
Hermenegildo: ¡Lo siento!. De veras de veras.
Sexy Girl: Me limpio la saliva y la flema de los senos con lo que queda de mi blusa.
Hermenegildo: Te quito la blusa empapada y la tiro al piso con un plofff.
Sexy Girl: Te bajo los pantalones y agarro tu miembro en mis manos.
Hermenegildo: ¡Aaayyy! Grito como una mujer histérica. ¡Tenés las manos frías!
Sexy Girl: Me subo la minifalda. ¡Sacame la bombacha!
Hermenegildo: Te estoy sacando la bombacha. Mi lengua está sobre todo tu cuerpo, adentro y afuera, te mordisqueo ... mmmm ... ¡Pará un poco!
Sexy Girl: ¿Qué pasa?
Hermenegildo: Creo que se me metió un pelo en la garganta. ¡Me ahogo!
Sexy Girl: ¿Estás bien?
Hermenegildo: Tengo un ataque de tos. Me estoy poniendo rojo.
Sexy Girl: ¿Qué puedo hacer?
Hermenegildo: Corro a la cocina, tosiendo desesperadamente. Busco enloquecido en los placares, buscando un vaso. ¿Dónde tenés los vasos?
Sexy Girl: En el placard arriba de la heladera.
Hermenegildo: Me tomo un vaso de agua. ¡Ahhhh! Mucho mejor.
Sexy Girl: Amor, vení a mí.
Hermenegildo: Estoy lavando el vaso.
Sexy Girl: Estoy en la cama, desesperada por vos.
Hermenegildo: Estoy secando el vaso y ahora vuelvo a ponerlo en el placard. Y ahora vuelvo al cuarto. ¡Alto! Está oscuro. No veo nada. ¡Estoy perdido! ¿Dónde esta el cuarto?
Sexy Girl: La ultima puerta a la derecha en el pasillo.
Hermenegildo: ¡¿Pero qué ... ?! Sexy, decime ... ¿Será posible que esto que pisé sea mierda?
Sexy Girl: No sería raro. Seguramente es una cagada de Federico.
Hermenegildo: ¡¿Federico?! Pero, oíme ... ¿No estamos solos? No me advertiste que esto sería una sesión de sexo grupal. Creo que no estoy preparado para eso. Además, aunque soy un hombre liberal, quiero que sepas que la coprofilia no se cuenta entre mis aficiones preferidas.
Sexy Girl: No, tontuelo, Federico es mi perro. Debería haberlo bajado a la calle para que hiciera sus necesidades, pero me olvidé.
Hermenegildo: Ah, bueno, me quedo más tranquilo. Bueno, cielito, ya estoy a tu lado.
Sexy Girl: Te quito los pantalones. Grito de pasión. Te deseo desesperadamente.
Hermenegildo: Yo también, pero esperá que me limpie el pie. ¿Dónde quedó tu blusa? Ah, sí, acá está ...
Sexy Girl: Tus pantalones salieron. Te beso apasionadamente, nuestros cuerpos desnudos apretados uno contra el otro.
Hermenegildo: ¡Aaau! Me estás clavando mis lentes en la cara.
Sexy Girl: ¿Por qué no te los sacás?
Hermenegildo: Bueno, pero no veo muy bien sin ellos. Pongo los lentes en la mesa de luz.
Sexy Girl: Me reclino en la cama. ¡Dámela! ¡Dámela, papito!
Hermenegildo: Tengo que orinar. Salgo a ciegas y torpemente del cuarto rumbo al baño.
Sexy Girl: Apurate, cariño.
Hermenegildo: Llego al baño. Está oscuro. Tanteo en la oscuridad, levanto la tapa del water.
Sexy Girl: Espero desesperadamente tu regreso.
Hermenegildo: Ya terminé. Tanteo buscando la cadena, pero no la encuentro. ¡Carajo!
Sexy Girl: ¿Y ahora qué pasó?
Hermenegildo: Acabo de darme cuenta de que oriné en tu canasto de la ropa sucia. Lo siento. Ciegamente regreso al cuarto tanteando las paredes.
Sexy Girl: Sí, sí. Vení a mí.
Hermenegildo: Ahora voy a poner mi ... vos sabés ... en tu ... tu ... tu cosa de mujer.
Sexy Girl: ¡Sí, sí, mi amor, hacelo ya!
Hermenegildo: Siento tu piel suave. Se siente divina. Te beso en el cuello. Ehhh ... Acá tengo un problemita.
Sexy Girl: Muevo las caderas hacia atrás y hacia adelante, grito. No puedo aguantar un segundo más. ¡Metémela!. ¡Metémela!
Hermenegildo: Estoy flácido.
Sexy Girl: ¡¡¿Qué?!!
Hermenegildo: Se me desinfló. Perdí la erección.
Sexy Girl: Me levanto y miro a mi alrededor con expresión de incredulidad.
Hermenegildo: Encojo los hombros con un gesto triste. Mi pene está completamente flácido. Busco los lentes para ver cuál es el problema.
Sexy Girl: ¡No te preocupes! Me voy a vestir. Me pongo la ropa interior. Ahora me pongo la blusa toda mojada.
Hermenegildo: ¡Esperá! Arrugo la cara tratando de ver sin los lentes. Busco los lentes en la mesa de luz. Sigo buscando en la cómoda, tiro retratos, latas de talco, frascos de perfume y las velas.
Sexy Girl: Me abotono la blusa y ahora me pongo los tacos altos.
Hermenegildo: ¡Encontré los lentes! Me los pongo. ¡Uy Dio! ¡Una de las velas cayó al lado de la cortina! ¡La cortina se está quemando! La señalo con cara de inmensa sorpresa.
Sexy Girl: Andate a la mierda. Voy a desconectar.
Hermenegildo: ¡Uy Dio, ahora se está quemando la alfombra! ¡Noooo!
Sexy Girl:
Sexy Girl ha dejado el canal privado
_______________________________________________________________
ANTROPOLOGÍA INSÓLITA
Primera entrega
(Tomado del número 363 del Anthropology Journal and Sexy Lingerie Catalogue – Ediciones Pito Catalán. Bruselas. 2001.)
La expedición estaba dirigida por el Profesor Hansel Undgretel, antropólogo de la Universidad de Cucamonga, y la Doctora Gretel Undhansel, botánica, lingüista y dactilógrafa de las Academias Pitman. El grupo atravesaba la selva amazónica rumbo a la aldea de los arpegios, una etnia recientemente descubierta por la comunidad científica.
Uno de los tantos hechos curiosos característicos de este moderno hito del conocimiento era que el descubrimiento de los arpegios no se había producido in situ, sino en el site. En efecto, John Meanmotherfucker, el mercenario y cultivador de bonsais norteamericano que había sido el primer blanco en entrar en contacto con el pueblo de marras, no había dado con ellos en la selva sino de manera accidental en www.EtniasIgnotas.com/arpegios.html, el sitio web de la tribu, una noche en que navegaba en busca de páginas porno.
En un principio, los investigadores pensaron recurrir a la página de FAQ (Frequently Asked Questions, preguntas formuladas con frecuencia) para averiguar todo lo atinente a los arpegios sin moverse de sus cómodos sillones académicos. Sin embargo, cuando el servidor no desplegaba el aviso de que la página no podía ser encontrada, y podían finalmente acceder a la misma, se topaban con la información de que la misma estaba aún en construcción. Tras intentarlo vanamente durante días, los sabios concluyeron que no iban a tener más remedio que emprender viaje a la selva.
El equipo que partió rumbo a la Amazonia estaba formado por Undgrettel, Undhansel, Meanmotherfucker, un grupo de desocupados y malentretenidos de Manaos que fungían de porteadores, y Vrg Ggnt, un miembro de la etnia xingú excepcionalmente dotado para las lenguas, a quien la Doctora Undhansel, tras tomar una prueba de índole práctica a varios candidatos, había elegido como intérprete para comunicarse con los arpegios, dada la inusual envergadura (con perdón) de su habilidad idiomática.
La expedición tuvo algunas dificultades iniciales para dar con la aldea de los arpegios, ya que el mercenario había traspapelado la hoja en la que había anotado las coordenadas del asentamiento y había traído en su lugar un papelito en el que figuraban las direcciones de varios burdeles de Singapur. El Profesor Undgretel, estimulado quizá por los sonidos que surgían todas las noches de la tienda de la Doctora Undhansel, donde ésta continuaba poniendo a prueba a Vrg Ggnt, sugirió hacer un desvío y visitar alguno de los establecimientos mencionados. Su moción no fue secundada, sin embargo.
Vagando erráticamente por la jungla, el grupo llegó al caserío de los acordes, una tribu que, afortunadamente, estaba emparentada con la que la expedición buscaba (de hecho, eran consuegras). Munidos entonces de instrucciones precisas, el equipo pudo por fin llegar a la aldea de los arpegios.
Allí fueron recibidos por la recepcionista, quien les informó que el Jefe estaba en reunión y les sugirió que volvieran en otro momento. No obstante, luego de que el Profesor Undgretel le obsequiara algunos espejitos y cuentas de colores y Meanmotherfucker le apoyara el cañón de la Uzzi en el entrecejo, la nativa entró en razón y los hizo pasar a la cabaña presidencial.
Undhansel y Undgretel hicieron un extenso discurso en el que explicaron al Jefe arpegio quiénes eran y los motivos de la visita, y manifestaron su regocijo por haber dado con una inestimable oportunidad de acrecentar los horizontes del conocimiento antropológico.
-Grut-, tradujo Vrg Ggnt tras pensar unos instantes.
El Jefe arpegio, sin hesitar, respondió: -¡Fart!-.
El intérprete estuvo entonces una media hora volcando al inglés la parrafada del arpegio, la cual había sido pródiga en datos acerca de las características más salientes de su pueblo, e incluía información acerca de su historia, su sistema de gobierno, los resultados del último censo y sus principales exportaciones.
Fue así que los sabios supieron, entre otras cosas, que los antepasados de los arpegios habían ideado un ingenioso método para comunicarse con las aldeas vecinas, el cual estaba basado en las señales de humo.
La invención había sido puramente teórica y reveladora de la capacidad de los protoarpegios para prever el desarrollo de la técnica, ya que en el momento de la creación del sistema de señales aún no habían descubierto el fuego.
Cuando las generaciones posteriores dominaban ya el arte de provocar y controlar la combustión, sin embargo, cayeron en la cuenta de que sus ancestros habían pasado por alto un detalle: las señales de humo sólo son aptas para transmitir información en lugares abiertos y despejados, donde es posible ver las bocanadas producidas por una hoguera situada a gran distancia, pero en la selva son al pedo.
Esa es, probablemente, una de las razones por las que los arpegios no tienen en muy alta estima a sus antepasados. De hecho, no sólo carecen de cualquier atisbo de idolatría por sus ascendientes, sino que emplean sus dotes de alfareros en hacer estatuillas de barro cocido de sus predecesores, las que luego usan en una compleja ceremonia cuyo momento supremo consiste en la defecación ritual sobre las figuras.
Guillermo Vicéns
(TO BE CONTINUED)
_______________________________________________________________
He vivido la mayor parte de mi vida adulta fuera de la ley y nunca me he comprometido con la autoridad. Pero tampoco he ido a buscar pelea con la autoridad. Eso es una estupidez. Es lo que esperan; te invitan a hacerlo; los ayuda a mantenerse poderosos. A la autoridad hay que ridiculizarla, hay que superarla en inteligencia y hay que evitarla. Y es bastante fácil hacer las tres cosas.
Tom Robbins (Even cowgirls get the blues)
(Traducción de Guillermo Vicéns)
Mi autoridad es la hermana de vosotros y ella se deja ante mi presencia soberana.
El Cuarteto de nos ("El día que Artigas se emborrachó")
¿Se acuerdan del escandalete que se armó en Tontovideo (en todo Tontouruguay) cuando el Cuarteto publicó "El tren bala", el disco que incluía la citada canción?
Políticos y hombres públicos de todos los colores, sin excepción, hicieron alarde de su patriótica estulticia y ostentaron una rigidez mental, una falta de sentido del humor y de swing que daba verdadera vergüenza ajena y que habría resultado sorprendente si no conociéramos de sobra y en carne propia la chiquitez mental uruguaya.
Fue como si les hubieran mentado a la madre. Fue un sacrilegio, una afronta a ese ídolo cuasi religioso e intocable, a esa vaca sagrada, a esa solemne y hueca estatua en que hemos convertido el recuerdo de un mortal que supo vivir, con sus muy humanas grandezas y miserias, en la Banda Oriental del siglo dieciocho.
Uno se pregunta: ¿por qué tanto revuelo y santa indignación?
Uno se responde: por la osadía de cantar sobre el Padre Nuestro sin su pedestal; por animarse a jugar con su figura. Eso no se toca, nene. Con el Pepe no te metás, botija (ni con el himno, la bandera, el escudo y todos los perniciosos símbolos).
Hay cosas, para Los Serios, con las que no se juega.
Si algo no dice la letra del tema de marras es que Artigas haya sido dipsómano -ni siquiera que tuviera la costumbre de pegarle un ocasional beso a la botella.
Lo que a todas luces afirma el juego de imaginación del combo coterráneo es que Jota Ge se emborrachó en ocasión de haberle sido infligida una derrota bélica. Y digo yo: si uno no puede ponerse en pedo cuando le dan pa tabaco en la guerra ...

Pero claro, el pecado no fue achacarle a José Gervasio un defecto serio como el alcoholismo sino algo mucho peor: la herejía consistió meramente en insinuar que Artigas no fue un monumento -ecuestre o de a pie- sino un simple bípedo implume, de esos que, además de tener cumpleaños famoso y proferir frases célebres a cada paso, como una suerte de pato citable (un paso, una frase) también respiraban, comían, descomían, soltaban flatos, sufrían de juanetes, pie plano, seborrea, mal aliento, ataques al hígado o cualquiera de las funciones y dolencias inherentes al hecho de haber sido paridos y acarrear hasta el jonca un cuerpo de carne y hueso (por no hablar de rasgos de carácter, como la afición al juego de la bestia de dos lomos con cuanta china se cruzara y a salpicar la patria de hijos naturales, por ejemplo).
Otro dislate: como recordarán, la canción que nos ocupa dice que el prócer, siempre bajo la influencia etílica (o "mamado hasta las patas")
dijo "me gusta esa china"
y en realidad no era
otro que el negro Ansina
Pues bien, cierta organización de la comunidad afrouruguaya, malinterpretando estultamente la confusión de Artigas en dope, se erizó porque, según su lectura, el Cuarteto decía que Ansina era trolo -cuando es obvio que del error de un choborra acerca del género de alguien no puede inferirse absolutamente nada acerca de la orientación sexual del fulano en cuestión.
El patriot(er)ismo es una religión -y una religión en la que abundan los fanáticos fundamentalistas. Para los creyentes, la irreverencia es anatema y el humor a costa de los íconos les hace el mismo efecto que una patada en los huevos.
Los envarados y adustos Ceños Fruncidos se ponen de pie cuando suena el himno, lo entonan con la diestra sobre el corazón y, para peor, no se bancan que uno pase olímpicamente de la fantasmada del heredado deber de la reverencia irreflexiva.
No soportan que, por el contrario, uno se sienta en el deber de hacer precisamente lo opuesto -por ejemplo, permanecer con el culo pegado al asiento cuando se oye el son que, de manera autoritaria, pretende imponernos, en pleno siglo veintiuno, la patética, imbécil y nociva opción entre la patria o la tumba (como si el siglo pasado no hubiera dejado en evidencia repetidamente a dónde conducen los nacionalismos).
No lo soportan porque los inquieta. Los inquieta porque los asusta. Y el susto, con demasiada frecuencia, los pone agresivos -o, en la más inocua de las hipótesis, tontos hasta el ridículo, como lo demostraron de sobra todos los que abrieron la boca en el caso del día que Artigas se empedó.
Por suerte siempre han existido quienes cantan el contrahimno ("a mí la patria me chupa un huevo", los de nos dixit) y no sólo señalan "el mal que hacen las banderas", al decir del andalú Sabina, sino que además les hacen pito catalán a los Caracúlicos.
Qué bueno sería que todos los años, el día del Natalicio del Prócer (la manera patriótica de referirse al cumpleaños del Pepe), en los actos oficiales, en las radios, antes de las funciones de los espectáculos públicos, en lugar del Sacrosanto Himno Uruguayo se tocara "El día que Artigas se emborrachó".
Propuesta alternativa: que el Cuarteto ponga música a un texto casi desconocido de Francisco Acuña de Figueroa -sí, el mismísimo FAdeF que por encargo pergeñó esas famosas estrofas que patrioteramente debemos adorar de pie- que se intitula "Nomenclatura y apología del carajo", y que entonemos esos versos en las putas fechas patrias (con perdón de la palabrota -de la palabrota "patria", claro, no "puta", que no tiene la culpa de nada, la pobre).
Se solicita su colaboración: supe tener, tiempo ha y hasta que cometí el error de prestarlo, un librito que en un mismo volumen (de "Vintén Editores", Montevideo) aunaba el mencionado opúsculo y "Nomenclatura y apología de la concha", de Sarandy Cabrera.
Parece estar agotado, dicho textículo, y no se consigue por ningún lado. Si alguno de los piolas lectores de "Mis mojos" pudiera brindar información tendiente a que yo me hiciera de nuevo con el carajo de Acuña y la concha de Cabrera, mi agradecimiento sería eterno.
Guillermo "Webmaster" Vicéns
Algunos científicos sostienen que el hidrógeno, por ser tan abundante, es el bloque de construcción básico del universo. Yo disiento. Yo digo que hay más estupidez que hidrógeno, y que ése es el bloque de construcción básico del universo.
Frank Zappa
(Traducción de Guillermo Vicéns )
_______________________________________________________________
PARA SER GENTE COMO UNO
Test para aspirantes
a montevideanos
(Primera parte)
El Uruguay sigue siendo un país de inmigración, se sabe. Atraídas por la prosperidad de nuestra pequeña y querida república, gentes de todo el orbe llegan en masa a nuestras costas con la esperanza de una vida mejor -al punto que las últimas estadísticas indican que el flujo migratorio que recibimos supera con creces al que recibe la Comunidad Europea en su conjunto más los Estados Unidos.
El grueso de los inmigrantes tiene por destino nuestra capital, la incomparable metrópolis de San Felipe y Santiago. Pero -discúlpeseme la inmodestia y no se la tome por chauvinismo- no es pa cualquiera la bota de Montevideo. No es montevideano quien quiere sino quien se gana ese privilegio. Y como nuestras beneméritas autoridades lo saben bien, la Dirección Nacional de Migraciones ha elaborado una suerte de cuestionario-filtro que los recién llegados deben completar correctamente antes de que se les conceda la ansiada prerrogativa de poder residir en La Tacita de Plata y decirse montevideano. Helo aquí:
1. Usted, peatón, debe trasladarse desde una vereda de una calle cualquiera a la opuesta. A los efectos, usted:
a. Va hasta la esquina y atraviesa la calzada sólo cuando ha llegado a la intersección.
b. Cruza la calle a cualquier altura, pero habiéndose cerciorado antes de que no se aproxima ningún vehículo.
c. Transita por la vereda y de pronto, sin decir agua va, sin mirar y como si fuera presa de una necesidad compulsiva de estar ya en el lado contrario, se larga cual kamikaze. No conforme con ello, lo hace en diagonal y mira con rostro de nalgas a los conductores que hacen finitos para no arrollarlo.
2. En la misma situación hipotética planteada en el numeral 1, pero asumiendo que está en la esquina y que en ésta hay semáforo, usted:
a. Aguarda, sin bajar a la calzada, a que la luz verde le dé paso.
b. No aguarda un carajo, pero antes de cruzar echa una ojeada a ambos lados.
c. Si no pasan doscientos vehículos por segundo, se manda como viene. En caso contrario, espera algún fugacísimo hueco entre auto y auto y se larga. Eso sí: la mencionada espera la hace en plena calzada, a un metro del cordón, estorbando el tránsito y mirando con semblante de glúteos a los conductores que hacen milagros para no afeitarlo o llevárselo puesto.
3. Usted está caminando por la calle y abre un alfajor, termina un paquete de galletitas, saca el último cigarrillo del paquete, etcétera, o le es entregado un volante que, leído o no, usted no tiene interés en conservar. ¿Qué hace con el envoltorio o el impreso de marras?
a. Lo deposita en un tacho de basura. Si no hay ninguno a la vista, compacta el desperdicio, lo guarda en el bolsillo, cartera, portafolios o similar, y al llegar a destino se deshace de él arrojándolo a una papelera u otro recipiente ad hoc.
b. Si en ese momento está pasando junto a un receptáculo para desechos, hace uso del mismo. De lo contrario, contribuye a la variopinta decoración de las veredas y calzadas de la urbe.
c. Puesto que usted adolece de una congénita ceguera selectiva que le impide percibir la presencia de tacho o recipiente alguno (aunque se dé de bruces contra el mismo o caiga de cabeza en él) tira el desperdicio al piso de manera automática y sin siquiera ser consciente de que lo ha hecho.
PARA SER GENTE COMO UNO
Test para aspirantes
a montevideanos
(Segunda parte)
1. Usted es conductor de ómnibus. Al llegar a una intersección con semáforo:
a. Si la luz que muestra el citado indicador es roja, se detiene y aguarda a que la luz verde lo autorice a reanudar la marcha.
b. Si la luz es amarilla, usted sigue como viene, aunque ello implique cruzar con la luz roja recién encendida. Total, en caso de una colisión y dado el tamaño y el peso del mastodonte que conduce, la peor parte siempre la llevará el otro.
c. ¿Luces? ¿Qué luces?
2. Su oficio es el mismo que en el numeral precedente. Al llegar a una parada, para permitir el ascenso y descenso de pasajeros:
a. Detiene totalmente el vehículo y lo hace junto al cordón de la vereda, asegurándose así de que la gente pueda subir y bajar con total seguridad y sin necesidad de poner un pie en la calzada.
b. Frena completamente pero lo hace a un metro del cordón de la vereda, de modo que los pasajeros, para ingresar o salir del bus, se vean forzados a sortear a cualquier ciclista que pase entre el vehículo y la acera -o, si no están en un día de suerte y para sorpresa de ellos mismos y de la del conductor de la bicicleta, se alejen del lugar montados en el fierro del birrodado.
c. A la misma distancia de la vereda que en el numeral 2, aminora imperceptiblemente la marcha, obligando a quienes descienden a desplegar toda su capacidad atlética en un salto que, de no ser bien calculado, los hace terminar despatarrados y, quizás, desnucados. Y deja tras de sí, por supuesto, a un grupo de ciudadanos que aspiraban ingenuamente a tomar el ómnibus y quedan agitando el puño y a las puteadas.
3. Usted es automovilista y debe estacionar. A los efectos:
a. Intenta encontrar un lugar libre a corta distancia de su destino. Si parece no haberlo, lo busca pacientemente hasta hallarlo, aunque ello implique alejarse considerablemente del sitio a donde se dirige. Cuando finalmente da con un espacio vacante, estaciona el auto y deja en el parabrisas, en lugar visible, el ticket de Autoparque.
b. Si no ve un espacio desocupado justo enfrente del lugar a donde va, deja su auto parado en doble fila -y que se jodan los automovilistas que vienen detrás si deben perder tiempo parando detrás de su coche o tienen que realizar maniobras para continuar la marcha- o mete el auto en el primer hueco disponible, pero ni se le cruza por la cabeza procurar el ticket mencionado en el inciso anterior (total, va a estar apenas diez minutos …).
c. Hace exactamente lo mismo que se acaba de describir, pero además, si le encajan el cepo o lo multan por estacionar en doble fila, putea amargamente y se indigna por el flagrante a inadmisible atentado a su libertad y a sus derechos.
PARA SER GENTE COMO UNO
Test para aspirantes
a montevideanos
(Tercera parte)
1. Usted es ciclista y usa un birrodado de tracción a sangre para transportarse de un punto a otro de la ciudad. Durante sus desplazamientos, usted:
a. No piensa siquiera en circular a contramano, ya que es consciente de que con ello pondría en riesgo no sólo su seguridad e integridad físicas sino la de los demás, ya sean ciclistas como usted, automovilistas o peatones. Por consiguiente, respeta religiosamente las flechas que indican el sentido del tránsito
b. Muy ocasionalmente transgrede el sistema de carteles indicadores, pero lo hace a sabiendas de que es una conducta reprensible y recurre a ello sólo si está realmente apurado.
c. ¿Flechas? ¿Integridad física? ¿Los demás? ¿Qué son los demás?
2. Usted posee un establecimiento comercial y desea promover el mismo. A tal efecto, usted:
a. Considera cuidadosamente las ventajas de los diferentes medios publicitarios y escoge finalmente la radio, la televisión o la prensa, ya que, a pesar de ser costosos, tienen la ventaja de no agredir innecesariamente la sensibilidad ajena. Como los derechos de los demás son uno de los factores que más pesan en su decisión, no tiene en cuenta ni por un segundo el recurrir a los vehículos con parlantes.
b. Se ve tentado de hacer esto último, ya que se trata del medio publicitario más económico. Mas finalmente hace de tripas corazón y descarta la posibilidad en aras del bienestar ajeno, diciéndose que usted no tiene derecho a contribuir a la ya excesiva polución sonora.
c. ¿Bienestar ajeno? ¿Qué esotérica noción es ésa? ¿Que a los vecinos les destroza los nervios el infernal volumen de los parlantes y nadie en el barrio puede sestear tranquilo, ni siquiera los domingos? Y bueno, qué se jodan, si no les gusta, que se muden. La libertad es libre y cada cual hace lo que se le canta el culo.
3. Usted es propietario de un bar y le es concedida la explotación de una sucursal del mismo en una plaza céntrica. A cambio de la concesión, usted:
a. Se limita a mantener la plaza en buen estado, cuidando del césped, las flores y las fuentes, además de encargarse de la higiene y la limpieza general del lugar.
b. Realiza todo lo anterior pero agrega además un espacio dotado de subibajas, toboganes, hamacas y demás juegos para el esparcimiento infantil.
c. Efectúa lo mencionado en las opciones anteriores pero lo completa con un toque final: un par de parlantes que irradian a toda hora música y avisos que impiden, a quienes se detienen momentáneamente en la plaza a descansar mientras observan el verde, oír el sedante rumor del agua de las fuentes. Total, el que esté disconforme que se vaya a la mierda y elija otro bar y otra plaza. Clientes son lo que sobra. ¿Que antes que clientes son ciudadanos con derecho a no ser innecesariamente agredidos? ¿Y a mí qué coño me importa?
Interpretación de los resultados
Mayoría de respuestas c.
Felicitaciones, hermano: no importa dónde hayas nacido, vos sos un montevideano de ley y con todas las letras. Sos tan típico y representativo de Montevideo como la música de Jaime Roos o el Palacio Salvo. Sos tan pero tan montevideano que da asco, mirá.
Mayoría de respuestas b. Mal, lo que se dice mal no está, pero vas a tener que hacer un esfuerzo. Puede y debe rendir más, como quien dice. Andá, parate un día en cualquier esquina de Dieciocho, observá el comportamiento de la muchedumbre y después volvé a hacer el test.
Mayoría de respuestas c. ¡Maldito extranjero! Debería darte vergüenza. ¡¿De dónde saliste?! ¡¿Y vos tenés el tupé de querer vivir en entre nosotros, en nuestra amada ciudad?! ¡Pero hacé el favor! ¡Te falta mucho, gil! ¡Ésta vas a ser montevideano, vos! ¡Rajá, tomate el buque de vuelta pa donde sea, vo, pedazo de gringo! ¡Ah, y llevate tus costumbres disolventes, anormal!
_______________________________________________________________
¿PERIODISTAS, DIJO?
Todo comunicador social debería sentirse en la obligación, creo, de manejar con un mínimo de corrección el instrumento de que se vale para desempeñar su oficio. En otras palabras: lo menos que puede exigírsele es que sepa expresarse.
Uno no aspira a que el idioma no cambie; las únicas lenguas que no se alteran son las muertas. Los idiomas, de hecho, con el tiempo aumentan su acervo léxico mediante la creación de palabras nuevas para nombrar situaciones y objetos nuevos.
De no haberse acuñado la expresión reactor nuclear, por ejemplo, uno se vería obligado a llevar uno consigo permanentemente -o en su defecto una foto- para poder enseñarlo toda vez que, en el curso de una conversación, uno quisiera referirse a dicho generador de electricidad.
Pero ocurre que la mayoría de los inventos que pululan actualmente en las páginas de la prensa y en las ondas irradiadas por los medios de comunicación electrónicos son absolutamente innecesarios y torpes, y su existencia solo puede deberse a la ignorancia -en algunos casos- o al esnobismo -en otros- o a una combinación de ambos.
Uno no aspira, repito, a que hablemos y escribamos como los contemporáneos de Cervantes. Pero como decía aquél, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Tediosa tarea -amén de inútil- sería escribir una carta a cada medio de difusión o "periodista" que incurriera en el ya endémico dequeísmo; o en el uso de promocionar y conmocionar en lugar de promover y conmover; o recepcionar por recibir; o condicionante en lugar de condición; o relacionamiento cuando debería decirse relación; o intencionalidad (palabra de legítima existencia cuyo sentido es "calidad de intencional") cuando lo que la situación exige es decir intención; o visualizar (una de cuyas acepciones es "imaginar con rasgos visibles algo que no se tiene a la vista") cuando lo que correspondería es ver; o influenciar en lugar de influir; o carenciado por carente; o continentar y continentación en sustitución de contener y contención, respectivamente; o accionar por acción o acto.
Un párrafo aparte merecen otras dos costumbres muy en boga. Una es el uso del adjetivo deleznable en situaciones de las que el siguiente es un ejemplo típico: "El deleznable sujeto vejó repetidamente a la octogenaria".
Dado que el sentido de la palabra deleznable es "que se rompe, disgrega o deshace fácilmente" (sinónimos: frágil, quebradizo); o bien "que se desliza y resbala con mucha facilidad", a uno se le plantea la siguiente disyuntiva: el "periodista" puede haber querido decir que el desenfrenado sujetoide, además de excesivamente libidinoso, era quebradizo -quizás sufría de osteoporosis y sus huesos por ello eran frágiles; o posiblemente empleaba el "comunicador" la otra acepción de la palabra (resbaladizo, como se dijo) y se trataba de una imagen: una de las cosas más resbaladizas que puede haber es una barra de manteca; y con frecuencia decimos de alguien que es una o un manteca, queriendo decir que es una persona tierna, quizás inocente.
Claro que ni la ternura ni la inocencia son características que uno suela asociar con alguien capaz de hacerle a una octogenaria lo que el concupiscente de marras. En consecuencia, uno supone que lo que estos animalitos de Dios hacen al aplicar la palabra deleznable es, en su ignorancia, asociarla por una cuestión fonética a los términos despreciable o detestable.
Dije que iba a hablar de dos costumbres. La segunda es la de ignorar sistemáticamente la existencia de los números ordinales: no sería en absoluto raro que el mismo cronista policial nos informara que la ancianita víctima del sátiro frágil y resbaladizo acababa de festejar su ochenta y cinco cumpleaños; o que en otra sección del diario leyéramos acerca del ciento treinta y nueve aniversario de la Asociación de Floricultores de Caracú Quemado.
Acaso temen estos escribas que, de emplear los términos octogesimoquinto y centésimo trigésimo nono, su estilo pecaría de tan esotérico que resultaría hermético para el lector común; en cuyo caso harían bien en plantearse la cuestión de si, en tanto poseedores del terrible poder de incidir -para bien o para mal- en la formación de los receptores de sus mensajes, no harían mejor en tratar, al menos, de no deformar.
Uno -lamentablemente- está más o menos acostumbrado a tales dislates; pero de vez en cuando nos es infligido uno nuevo y descubrimos, entonces (hay que ver el lado bueno) que aquella capacidad de asombro e indignación que creíamos difunta vive y lucha.
En efecto, cuando creía haber leído y oído todo en materia de disparates idiomáticos perpetrados por "periodistas", me topo en un semanario con la siguiente perla: "(...) Lacalle vehiculizó (...) las críticas (...) en el discurso que pronunció (..)".
¡¿Vehiculizar?! Uno se imagina al "periodista" en el momento de redactar la noticia y piensa: "¿Qué habrá querido decir este buen hombre? ¿Quizás que el Cuqui, cuando efectuó la crítica, se desplazaba en algún medio de transporte? ¿Acaso que, mientras pronunciaba el discurso, el ex-mandatario anotó su censura en un papel al que luego dio forma de vehículo aéreo?"
Bromas aparte, dado el contexto es obvio que quiso decirse que la crítica de Lacalle fue efectuada/hecha/pronunciada durante/como parte/en el transcurso del discurso mencionado. ¿Por qué no se dijo así —o de cualquiera de muchas otras formas posibles, correctas y más o menos elegantes o rebuscadas? ¿Qué pasa con los "periodistas"? ¿Son realmente tan ineptos? ¿O acaso piensan que al expresarse en esa jerga esperpéntica están más en onda o suenan más importantes?
Me cuesta (debo admitirlo) resistir la tentación de aplicar aquí ese término tan expresivo que los porteños inventaron para referirse a quienes hacen gala de tal mentalidad (y que rima con marchanta).
Resisto, empero, ya que no es mi deseamiento que persona alguna se sienta agresionada -si se me permite contribucionar con mi humilde aportacionamiento al Diccionario del Periodista Posmoderno.
Para conclusionar, ruego se me disculpe si en algún momento he dado la impresión de estar pedantizacionando; nada más alejacionado de mi intencionalización, lo aseguraciono.
Guillermo Vicéns
_______________________________________________________________
¡CACA, NENE!
¡Ah, la inefable página editorial de "El País"! ¿Qué sería de nosotros si no pudiéramos empezar cada jornada con su humor?
En un suelto publicado el viernes 29 de junio del recién finado 2001, por ejemplo, bajo el título "Las siete palabras", se nos dice que "Ante el uso agresivo y reiterado de determinadas palabras, tanto en el cine como en el teatro, la televisión y la prensa uruguayas, es oportuno divulgar una cita de Eduardo Héguy Terra en su último muy bueno (sic) libro "La responsabilidad de los medios de comunicación".
Continúa diciendo el editorialista que figuran en dicha obra siete palabras "obscenas" que han sido declaradas tales por la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos, declaración respaldada por una decisión de la Suprema Corte de Justicia de ese país. Agrega el periodista que "en el Río de la Plata están siendo de uso demasiado frecuente sin que nadie se preocupe de controlarlas" y nos informa que los vocablos de marras son shit, fuck, cocksucker, motherfucker, piss, cunt y tit.
No sé usted, pero yo no he visto ni oído esos términos en ningún medio de comunicación uruguayo. Quizá haya empezado a publicarse en nuestra ciudad el "Montevideo Herald " y yo no me haya enterado. Lo cierto es que los diarios, revistas y semanarios que sé que se editan aquí usan el castellano como medio de expresión -o al menos lo intentan, muchas veces con resultados menos que satisfactorios.
Como probablemente quiere decir el escriba de "El País" que lo que aquí se emplean son sus equivalentes en nuestra lengua, seguramente le parece censurable que se diga, por ejemplo, "mierda" o "cagar" (que ésos son los posibles sentidos de la palabra shit) o "mear" o "meada" (piss); y querría este buen señor que en una película, obra de teatro, cuento o novela, un reo dijera a sus pares que va a hacer popó o a aliviar su vejiga.
Para el caso del vocablo "cunt ", ("concha", mas no la de los moluscos sino la de la hembra de cualquier especie cuyas hembras cuenten con tal órgano), hagamos el mismo ejercicio imaginativo del párrafo anterior, sólo que pensemos esta vez en el muchachito espetándole a otro lo siguiente: ¡"te insto a que te dirijas a la vulva de la señora que te concibió, te gestó y, finalmente, te dio a luz!".
Aunque motherfucker no tiene equivalente en castellano, el periodista del matutino de la plaza Cagancha se sentiría realizado si ese mismo personaje le dijera a otro que, en su opinión, éste es proclive al incesto y lo instara a ir a defecar, o le gritara "¡Ve a mover el vientre, individuo ruin!", en lugar de "¡Andá a cagar, hijo de puta!". En cuanto al vocablo cocksucker (literalmente, "chupapijas"), imaginemos a un muchacho de barrio espetándole a otro lo siguiente: "¡Vo, aficionado a hacer objeto de sexo oral a una persona de tu mismo sexo!".
Espantosa posibilidad, sin duda. ¡Dios nos libre de que los medios de comunicación reflejen el habla cotidiana!
En cuanto a "tit ", acaso desearían los mandamases del periódico cagancho que los periodistas encargados de escribir sobre asuntos del agro nos hablaran del espléndido par de senos del ejemplar galardonado de la raza Holando. Aunque, pensándolo bien, "senos" puede tener connotaciones excesivamente lúbricas. Mencionemos, mejor, las lolas de la vaca en cuestión. Y ya que estamos, instruyamos a los noteros de la sección frívola del diario para que, en adelante, canten loas a las generosas ubres de Moria Casán y demás artistas de varieté.
Digo yo, si dejo constancia aquí de que quien escribió el "editorial" que nos ocupa me parece un reverendo pajero y que lo mismo pienso de quien autorizó su publicación, y si por casualidad un cibernauta estadounidense visitara este sitio, ¿se me denunciaría ante la Comisión Federal de Comunicaciones? ¿Solicitaría la Suprema Corte de Justicia de aquél país al Poder Judicial uruguayo que se me deportara para ser juzgado en el norte? ¿Habrá firmado Uruguay algún acuerdo de extradición que contemple semejante imperdonable delito?
Si pensamos que Gavazzo, Cordero y otros prohombres compatriotas se llevan de arriba unos secuestritos, unos asesinatitos y unas torturitas, calculo que a mí no me iban a cagar … perdón, quiero decir que no me iban a hacer caca encima por usar unas palabrotitas.
Guillermo Vicéns
"El País" y Mel Gibson
Semejanzas y diferencias
Conspiracy Theory (teoría de la conspiración) se llama la película en la que Jerry Fletcher, el personaje que interpreta Mel Gibson, es un pirado que cree descubrir siniestras maquinaciones detrás de los hechos más nimios.
El 8 de mayo del pasado 2001, en la inenarrable página editorial del diario "El País", un ignoto "editorialista" plasmó lo que sigue:
"Es realmente preocupante la degeneración que se está haciendo del idioma español, con faltas de ortografía horrorosas y, además, con la utilización a diestra y siniestra de las malas palabras, que no por estar incluidas en el diccionario de la Real Academia, son para usar de manera tan poco elegante. (...) Juntando el degeneramiento con el uso de estas malas palabras, estamos llegando a un tiempo que ya nada se va a respetar y el riquísimo idioma español, que hablan 700 millones de terrícolas, va a ir de mal en peor."
Es cierto que los disparates ortográficos (y, lo que es muchísimo peor, sintácticos) proliferan cada día más, incluso en la prensa -y es cierto también que "El País" no siempre escapa indemne.
También es cierto que un texto formalmente correcto puede contener dislates de órdago. Un ejemplo: el "editorialista" que nos ocupa empieza hablando de un degeneramiento del idioma que consiste, por un lado, en la pésima ortografía y, por otro, en el abuso de las malas palabras. Pocas líneas más adelante, dice: "Juntando el degeneramiento con el uso de estas malas palabras (...)".
¿En qué quedamos, don coso? ¿El lenguaje soez forma parte del degeneramiento o no? Y si la respuesta es afirmativa, como se dice al principio, ¿cómo es posible sumarlo a sí mismo?
Pero aún no hemos visto nada. Hagamos la vista gorda ante la falta de coherencia de lo escrito hasta ahora y sigamos leyendo:
"¿Será que se quiere crear rajaduras en la sociedad? ¿Será que esto forma parte de algún plan o planes políticos? Aún la punta de la madeja no se alcanza a ver, pero si semejante trato al lenguaje de Cervantes sigue creciendo, esa punta va a aparecer. Que no se tenga dudas."
El escriba de "El País", aparentemente, se ha propuesto matarle el punto al bueno de Jerry y se larga a imaginar un complot mediante el cual, cuando todos los hispanohablantes hayamos sido infectados del virus del vocabulario chancho y quizá profiramos, muy de vez en cuando, algún término puro e incontaminado perdido entre la sarta de puteadas en que se habrá convertido nuestro discurso cotidiano, será juego de niños la toma de nuestra descompuesta e indefensa sociedad por parte de ... por parte deee ... esteee ... bueno, los rusos ya no pueden ser, obvio.
Los cubanos tampoco; bastantes problemas internos tienen los pobres como para andar tramando la conquista del mundo, como en la época de las vacas gordas y soviéticas.
¿Serán los chinos? ¿Vendrá la horda amarilla precedida de una avanzada insidiosa, intangible y malhablada?
¿Será cosa de Bin Laden? ¿Habrá lanzado el egipcio un fulminante ataque suicida contra las Torres Gemelas del lenguaje prístino y el habla pacata, símbolos inconfundibles de la Gran Manzana Lingüística Yorugua?
Lo más grave de este turbio asunto es que la conjura no es de hoy sino que data de largo tiempo atrás. Piénsese, si no, en el famoso episodio del año 83, cuando en medio de la sección de avisos clasificados del diario "El Día", una mano anónima y de intenciones vidriosas deslizó la frase que al día siguiente era la comidilla de toda tertulia uruguaya. Nos referimos, claro está, a aquél inmortal "Milicos putos".
Nótese bien que el móvil del misterioso conspirador no fue arrojar sombras sobre la virilidad castrense, ya que, de haber sido esa la intención, habríase escrito "Milicos homosexuales" o "Milicos gay" -o, incluso y si se quería emplear un tono más coloquial, "Milicos centollas".
No, lo que se buscaba, claramente, al emplear el vocablo "putos", era sembrar la semilla de la procacidad y la degeneración de la lengua.
Sean quienes sean los responsables y sin importar cuándo se inició el proceso de disgregación, lo cierto es que la sociedad se raja y "El País", que se erige en su Poxilina de ojo avizor y siempre vigilante, está decidido a descubrir la punta de la madeja.
"Mis mojos" aconseja al matutino cagancho: guambia, muchachos, tengan ojo, no vaya a ser que la cosa tenga un doblez y la punta que se busca venga anudada. Miren que dicen que así, doblada y con un nudo en la punta, es mucho más dolorosa.
Digo yo ... ¿será que los malos, como le hicieron a Jerry en la película, habrán sometido a los "periodistas" de "El País" a un tratamiento con alucinógenos para hacerles pelota el bocho? ¿Será que los "editorialistas" del periódico habrán olvidado tomar la medicación antidelirante? ¿Se creerán de veras semejantes
gansadas o acaso ese día el Jefe de Redacción le habrá dicho a algún escriba: "Che, acá queda un espacio y hay que llenarlo. Escribite algo."?
De todos modos, lo cierto es que en esta época problemática y febril, en que la angustia, la preocupación y el estrés son el pan nuestro de cada día, el humor y la risa son preciosos oasis de distensión que debemos apreciar y atesorar.
Roguemos pues al Señor que nunca, pero nunca nos falte la página editorial de "El País".
Guillermo Vicéns
La sucia vagina de Victoria
¡Ay, los medios de comunicación yoruguas! ¡Ay, los "comunicadores" coterráneos!
Hablando de las malas palabras, esta vez no le damos a "El país" sino a Victoria "Pudorosa" Rodríguez y al Canal 12 y transcribimos de la edición del 16 de febrero de este año del suplemento "Qué pasa", del periódico mencionado (y de paso y al margen le enmendamos la plana: el título debería ser así, con tilde, y no "Que pasa", como imprimen siempre):
"Se presentará la obra Monólogos de la ... bueno, esa palabra sucia que no podemos decir por televisión". (Conductora televisiva Victoria Rodriguez, acerca de la obra teatral Monólogos de la vagina. Canal 12, lunes 11."
¿De veras no podemos, Vicky? ¿Habrá dado intrucciones al respecto el canal -lo cual no sería raro- o habrás optado por ser más papista que los Sckeck y habrás preferido, cautamente, curarte en salud?
¡Pero muchacha! La obra no se llama Monólogos de la concha. Ni siquiera Monólogos de la pepa ni Monólogos de la cachucha. ¿Ya no puede decirse "vagina" en televisión? ¿Se ensució de golpe, la vagina, o fue un proceso paulatino? ¿Cómo se ensució? ¿Cuán sucia está? ¿Podrá limpiarse? ¿Alcanzará con una sentadita rápida en el bidé? Esto huele mal, che.
Vamos bien: lo prohibido ya no son ciertas maneras de llamar a determinadas cosas, sino las cosas en sí, que no pueden denominarse de ningún modo. Mejor no hablar de ciertas, cantaba Sumo.
Los televidentes que no estaban al tanto de la existencia de la obra se habrán quedado de araca y habrán pensado: "¿Monólogos de qué? ¿De la concha? ¿De la pija? ¿De la puta? ¿De la mierda?"
En su afán de circunloquiar (si se me permite acuñar un verbo) Victoria optó por no informar, o informar a medias.
Creemos que, si le daba cosa decir "vagina", o si pensó que podía ser amonestada o había sido prevenida de antemano por los censores del canal, lo menos que debería haber hecho es decir, por ejemplo, "Monólogos de ahí abajo". Incluso podría haber acompañado sus palabras con un gesto indicativo: podría habérsela señalado (no pretenderíamos que se la agarrara diciendo "Monólogos de ésta").
Me viene a las mientes otro escandalete que se armó en la aldea hace un tiempo, cuando uno de los invitados al programa "Debate Abierto", del canal 10 (el psicoanalista argentino Ariel Arango, autor del libro "Las malas palabras"), cuando el tema del programa era precisamente ése, las malas palabras, hizo lo único que cabía: pronunciarlas con todas las letras.
De haber sido de otra manera y si Arango hubiera caído en la ridículez de aludirlas con rodeos, habríamos pensado que era un chanta.
Si no recuerdo mal, todos los integrantes del panel y el conductor del programa, Gerardo Sotelo, se cuidaron muy pacata y uruguayamente de que se les escapara ninguna (ni siquiera alguna de las más leves, como "mierda", "culo" "puta" o "carajo" -la cual, esta última, hace muchos años que cambió de sentido: para casi todo el mundo ya no es más que una interjección levemente inconveniente, pero casi nadie sabe que, en su origen, era uno de los tantos sinónimos de "verga").
El nerviosismo de Sotelo, cuando el argentino, con toda naturalidad, habló de coger y de chupar la pija y la concha, casi se palpaba. Qué mal momento, pobre muchacho. No sé si la memoria me traiciona, pero creo recordar que, al final del programa, el tipo (Sotelo, no Arango) se disculpó ante la audiencia -como hiciera en otra edición del programa, aquella en que el Sabalero dijo algo así como que el liceo militar es un semillero de hijos de puta-. Se disculpó, sí, aunque usté no lo crea, dijera el Ripley.
Bien mirada, más que ridícula, la situación es triste: por un lado, muchos de nuestros medios de comunicación nos toman por una suerte de masa de tontos inmaduros a quienes hay que proteger de vaya uno a saber qué -como no creo en la bondad esencial de los medios y sus responsables, pienso que no se debe a un paternalismo indebido pero bientencionado sino a consideraciones relacionadas con el poder y los avisadores, que para muchas de las empresas que nos ocupan (especialmente los canales de televisión) son lo único que cuenta.
Por otro lado, los uruguayos nos dejamos subestimar. Al margen de ocasionales y aisladas cartas, no decimos esta boca es mía y no hacemos nada al respecto. Qué bien les vendría a los tres canales privados de televisión coterráneos un buen boicot de televidentes, ¿no?
Si nos organizáramos y lo lleváramos a cabo, y cuando las mediciones de audiencia les dijeran a los avisadores que la cosa está jodida, éstos ajustarían las tuercas a las tres empresas. Y puesto que, como decíamos, a lo único que éstas prestan atención es a las llamadas telefónicas de los poderosos enojados (léase , especialmente, a los tirones de oreja provenientes de casa de gobierno) y a la voluntad de los avisadores, seguramente empezarían a pensar, entonces, que no es conveniente tirar demasiado de la piolita y que si la gente se organiza y actúa no se puede tomarle el pelo eterna e impunemente.
Pero para variar ya me fui de tema, el cual era, esta vez, los pruritos de Victoria "Vergonzosa" Rodríguez.
En suma y para acabar ... perdón, no podemos decir "acabar". Para concluir, entonces: dedito pabajo para el 12 y para Victoria "Pelos en la lengua" Rodríguez (mejor no averiguar pelos de qué: la vida íntima de cada cual es eso, íntima, por más que se trate de personajes públicos).
Guillermo Vicéns
ACERTIJO
¿Qué representa la siguiente imagen?
a. La mujer, para la mayoría los medios de comunicación yoruguas -especialmente la mujer uruguaya.
a. La muñeca con la que va a jugar la futura hija de Victoria Rodríguez.
a. La futura hija de Victoria Rodríguez.
a. Victoria Rodríguez.
SOLUCIÓN
Si elegiste la respuesta "a", bien ahí.
Si elegiste la respuesta "b" ... ¿estás muy medicado, hermano, o siempre sos así?
Si elegiste la respuesta "c" ... ¡largá el porro, vo!
No convence. Puede y debe esforzarse más
(o la enmienda y el soneto)
En una carta a la sección "Ecos" del diario "El País", publicada el 28 de febrero de este año, Victoria "Pelos en la lengua" Rodríguez se refiere al affaire "Vagina sucia", protagonizada por ella y que tuviera gran impacto en la opinión pública, según ella misma empieza diciendo.
Dice Victoria en su alegato de descargo que su comentario ("Monólogos de ... esa palabra sucia que no podemos pronunciar en televisión") "pretendió ser únicamente una ironía. Quienes hemos visto la obra sabemos que comienza haciendo referencia -con ironía- al tabú que existía en torno a la palabra 'vagina' para las
generaciones pasadas".
Confieso que no he visto la obra ni leído el libro, aunque me gustaría hacer ambas cosas -me interesa sobremanera todo lo que tenga que ver con el órgano de marras (que si no existiera habría que inventar y que se trata sin duda, de entre las áreas anatómicas, de mi favorita).
Sin embargo, puedo afirmar lo siguiente: si en la obra se ironiza sobre el tabú que pesa sobre la palabra "vagina", se la nombra con todas las letras desde el título. Si acaso se la eludiera o se usara algún circunloquio, la ironía dejaría de ser tal para convertirse en simple acatamiento de la prohibición.
Agrega Victoria que sus palabras no fueron dichas "desde un puritanismo equivocado que roza la ignorancia sino desde un intento fallido por ironizar", y agrega que que tratará de "perfeccionar" su "línea de ironía.
Disculpen los lectores que me dirija directamente a la conductora: muchacha, más que perfeccionarla deberías borrarla y trazarla de nuevo, desde cero, porque en mi vida he visto línea más desviada y que le erre tanto al blanco.
Porque a tu "ironía" le faltó lo que la obra sí tiene y que mencionábamos hace unas líneas: ya desde el principio llama a las cosas por su nombre. Y tú, mocita, omitiste ese detalle y te conformaste con la alusión a "esa palabra sucia que no podemos pronunciar en televisión".
Si acto seguido hubieras aclarado que te referías a "vagina" y hubieras pronunciado la palabra sucia en voz fuerte y clara, la ironía no habría orinado tan lejos de la bacinilla y habría sido reconocida como tal. (Si uso esos términos -a riesgo de transformar la conocida expresión popular en un mamarracho pacato- y digo "orinado" y "bacinilla" en lugar de "meado" y "tarro" es porque no me gusta emplear palabras sucias.)
Victoria dice también: "esta aclaración la realizo desde mi responsabilidad profesional como comunicadora. Como tal, y aunque no fue mi intención, lamento haber herido la sensibilidad de televidentes".
Pues sí, la sensibilidad de muchísios televidentes se vio ofendida, ya que la ironía coja (con perdón de la palabra) resultó, para los adultos carentes de melindres, ridícula y hasta indignante. Y provocó vergüenza ajena.
Pero eso fue lo de menos y la cosa es peor: para los niños que pudieran haber estado mirando el programa, Victoria transmitió un mensaje inequívoco. Esos hipotéticos botijas, si luego y de algún modo supieron de qué inmundo vocablo se trataba, pueden haber pensado algo así: "Ya sabíamos que 'concha' era una palabra sucia y prohibida. Lo correcto y permitido es decir 'vagina'. Pero ahora resulta que 'vagina' también es caca. O sea que a 'eso' no se lo puede nombrar de ninguna manera. Clavado, entonces: 'eso' es sucio, también, además de las palabras que se usan para denominarlo".
¡Eso es educación sexual, carajo, y no lo que tengo en casa!
Disculpanos, Victoria, si tus excusas no nos convencen y en la materia "Responsabilidad profesional", a vos y a los canales privados de televisón uruguayos -empezando por el 12- los aplazamos y los mandamos a examen.
Guillermo Vicéns
_______________________________________________________________
__________________________________________________________________

(...) Mientras el sistema del chivo emisario siga funcionando como funciona para tantas otras cosas, el idioma continuará parcialmente cerrado al erotismo; escribiremos obscenidades en perfecto estilo peludo o nos permitiremos pornografías delicuescentes a base de reconstrucciones florentinas, según la cultura y los gustos de los autores, pero no habrá literatura erótica, y cada situación erótica de nuestros cuentos y de nuestras novelas será objeto de un tratamiento especial como hasta ahora, se apelará a todas las armas de la retórica para decir lo que un Miller o un Genet dicen mejor y con menos palabras / pito: no se trata de que haya que escribir una literatura erótica como quien está obligado a hacer la conscripción o a vacunarse; somos libres (puesto que supimos conseguir los laureles) y si a un escritor no le da por ese lado, pues se acabó y que lo diga nada menos que un Borges. La cosa es cuando le da y no puede; cuando llega al "pasaje" y no le sale, o le sale peludo o eufemístico; cuano entra al coto vedado y los perros-palabras no se animan a traerle los conejos y las perdices. El miedo sigue desviando la aguja de nuestros compases; en toda mi obra no he sido capaz de escribir ni una sola vez la palabra concha, que por lo menos en dos ocasiones me hizo más falta que los cigarrillos. (...) / ta este momento seguimos como los chicos: en secreto, entre nosotros, pegaditos a la almohada o a la mesa del café, no nos negamos un vocabulario tan legítimo como cualquier otro, pero después, a la hora de hacer los deberes, escribimos nuestra composición y ahí ojo con que se te vaya una zafaduría o una chanchada, la maestra lo llama a tu papá y tres días sin arroz con leche, pibe.
Julio Cortázar
/que sepa abrir la puerta para ir a jugar
Último Round, Tomo II
siglo veintiuno editores
México - Madrid. 1974
(Negritas de este webmaster)
__________________________________________________________________
LOS DINOSAURIOS SE PERSIGUEN
El Yéneral Fernández arengaba al nutrido grupo reunido en la sala de actos del "Club Jurassic Park de Oficiales Retirados, Destituidos y Ligeramente Reblandecidos". Quizá sería más adecuado decir que cada uno de los integrantes del grupo era nutrido y rozagante, ya que el grupo en sí era bastante escuálido y no superaba los cincuenta o sesenta Soldados de la Patria.
Eso sí: Lo que no tenían de multitudinarios lo suplían con el fervor con que alentaban las palabras del Yéneral Fernández, quien prodigaba las perlas de su preclaro cacumen y las regurgitaba en los oídos de la caterva de veteranos guerreros.
-¡Presiones de todo tipo se han desatado para desmantelar las gloriosas Fuerzas Armadas y tienen como fin la destrucción del ser nacional!
El periodista de "Mis mojos", camuflado como un humilde limpiador, procuraba que el micrófono disimulado en el mango de su lampazo no perdiera palabra del discurso del marcial carcamal y se acercaba lentamente al estrado. Entre pasada y pasada de lampazo meditaba sobre lo que oía.
-¿El ser nacional?- se dijo, -¿Qué bicho raro será ése, que sólo se ve en las soflamas de estos bananas?
-¡El Ejército, como núcleo básico de las Fuerzas Conjuntas, enfrentó la paranoia revolucionaria!- proseguía el Yéneral.
-¡Abajo la paranoia!- profirió el Coronel De Armas Thomar, mientras se agachaba para buscar bajo su asiento al terrorista zurdo que había visto por el rabillo del ojo segundos antes. A decir verdad, el sucio bolche parecía vivir en el rabillo del ojo del Coronel, ya que éste le daba la captura todos los días, a toda hora y en todo lugar. El Yéneral continuaba:
-¡Las Fuerzas Armadas enfrentan también la incomprensión de muchos, teniendo en cuenta únicamente superiores designios y su auténtica vocación de servicio por los altos intereses nacionales!
-¿Los superiores designios o los designios de los superiores?- se preguntó nuestro reportero de incógnito. -¿Los intereses de cuáles connacionales? Dios nos libre (y se las guarde) de algunas auténticas vocaciones y de los servicios no solicitados. ¡Pubishito el Yéneral, tan incomprendido!
-¡A la larga o a la corta vamos a tener que pelear de vuelta!- aullaba el Yéneral Fernández.
-¡A pelear de vuelta, a pelear de vuelta!- se hacía eco el Mariscal de Campo Orégano Obús Cañones, mientras procuraba en vano desenvainar su herrumbrado sable y se arriesgaba a sufrir una hernia por el esfuerzo.
-¡La cosa ya pasa de claro a oscuro!- se desgañitaba el Yéneral. -¡Ya hemos dejado muchas pilchas de apero en el camino!
-Podrían juntar las pilchas, meterlas en un bolso y volver al cotolengo.- reflexionó el pseudo higienizador, -Y de paso podrían ponerse algunas de las pilchas, que así en bolas capaz que se nos resfrían. Y los estornudos de los resfríos de éstos saben bañarnos de mocos a todos.
-¡La enseñanza está entregada! ¡Todos los gremios están en manos del enemigo, que tiene ánimo de revanchismo!- seguía berreando el Yéneral. -¡La guerra continúa!- desvariaba el viejo soldado, de quien el oculto periodista pensaba que habría que soldarle la boca.
En eso, los desorbitados ojos del Yéneral Fernández se posaron sobre la sospechosa figura de nuestro informador.
-¡¿Quién es ese pichi?!- bramó el Yéneral. -¡¿De dónde salió ese barbudo?!
-¡¿Un barbudo?!- gritó el Coronel Marcial Guerra War mientras desenfundaba la pistola, -¡¿Dónde está, dónde está?! ¡Dejenmelón que yo lo desaparezco!- agregó mientras comenzaba a disparar a diestra y siniestra, a tontas y a locas y a la marchanta.
-¡Pará, pará, loco, no seas egoísta!- le dijo el Yéneral mientras bajaba del estrado revoleando una picana a pilas, -¡Dejámelo un cachito a mí que yo te lo preparo!
Pero el periodista, que podía ser barbudo e izquierdoso pero no tenía ni un pelo de zonzo, ya había puesto distancia entre sí y la tropilla enardecida. Mientras salía del club se cruzó con un grupo de fornidos mocetones vestidos de blanco que portaban chalecos de fuerza.
-No me digan nada- se adelantó el reportero, -están ahí adentro.
Guillermo Vicéns
_____________________________________________________________
EL ORGASMO FINGIDO
Hoy trataremos un tema que importa -o al menos que a mí me importa, y puesto que esta página la escribo yo … pues nada, eso, que si el asunto de hoy no le interesa, ajo y agua. Se trata de las mujeres y el orgasmo fingido.
Si bien abunda la literatura sobre la instancia en que la mujer pretende estar experimentando el clímax, poco se ha escrito acerca de algo que, aunque no tan frecuente, no deja de ser de interés (al menos para mí; y como soy el autor de esta columna … Pero eso ya lo dije.)
Me refiero a los casos en que la mujer tiene un orgasmo pero finge lo contrario. Como decía, aunque no es lo más común, a mí me ha ocurrido; y puesto que esta sección es mía y de nadie más … Pero basta de eso.
¿Qué oscura razón podría mover a una mujer a hacer de cuenta que no se le desacomoda un pelo cuando, en realidad, es presa del más salvaje deleite?
En el caso a que me refiero, el de una novieta que supe tener, no me cabe duda de que el motivo de la muy yegua -quien no me podía ver pero era adicta al inefable goce que este macho de ley solía brindarle- era el no darme el gusto de poner en evidencia que gozaba como la loca degenerada que era.
Una cosa tengo que reconocerle: la manera en que bostezaba y la cara de culo que ponía, mientras yo movía la pelvis en unas embestidas más propias de un toro en celo que de un simple hombre, eran dignas de cualquier egresada magna cum laude de la Comedia Nacional o el Actor’s Studio, y es una injusticia que nunca le hayan otorgado un Florencio ni un Oscar por su consumado histrionismo.
A mí no me engañaba, sin embargo, ya que mal podría ella no haber tenido unos multiorgasmos de índole devastadora y cuasi sísmica. Al fin y al cabo, no podría haber sido de otra manera si consideramos la envergadura de mi falo pétreo
-con perdón de la redundancia-. ¿Qué más puede desear una mujer?
¿Que yo iba derecho al grano sin dedicar ni un segundo a besarla, acariciarla o cunilinguarla? Detalles nimios.
¿Que me importaban un joraca sus sentimientos, ideas, opiniones, puntos de vista, fantasías, temores, alegrías o cualquier de las demás nonadas e inanidades que conformaban su naturaleza femenina y la hacían una mujer íntegra y no un mero cuerpo? ¡No, si le iba a dar pelota a semejantes pajerías!
¿Que conseguido mi objetivo -es decir, después de haberla pasado pa la cueva- ni soñaba con abrazarla y no me bancaba que abriera la boca ni para chiflar? No hay caso, las minas nunca están conformes. ¡Son todas iguales!
_______________________________________________________
ERNEST HEMINGWAY
Ernest Miller Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, y se crió en el citado suburbio de Chicago.
En 1917 se empleó como periodista en The Kansas City Star. Allí fue compañero de tareas de Jaime Olsen y Clark Kent, dos reporteros por ese entonces ignotos.
Hemingway fue rechazado en el servicio militar por un supuesto defecto de la vista. En realidad, el ojo cangüeco no era tal, y el muchacho se fingía cegato para evitar ser enlistado, perspectiva que lo aterraba: si había algo a lo que Ernest temía más que a las arañas, las cucarachas y los ratones, ello era imaginarse que una bala, perdida o con exacta noción de su ubicación y su destino, le perforara el duodeno o cualquier otro órgano. Además, la idea de convivir con un grupo de rudos y belicosos muchachones le provocaba una ansiedad rayana en el paroxismo.
Poco después de su primer matrimonio, en 1921, se mudó a París, donde trabajó como corresponsal de The Toronto Star y alternó con literatos como F. Scott Fitzgerald; Ezra Pound y Gertrude Stein. Este círculo fue bautizado "la generación perdida", no por Gertrude Stein, como hasta hace poco se creía, sino por el propio Hemingway, una tarde en que, paseando con el grupo por las calles parisinas, Ernest los perdió de vista. Aterrado y creyéndose extraviado para siempre, el pequeño Hemingway comenzó a berrear a todo pulmón, hasta que un guardia civil lo tomó de la mano y lo ayudó a encontrar a sus amigos. Estos consolaron al pobre Ernest llevándolo a tomar una leche malteada.
Durante la década del 20 viajó intensamente para practicar sus pasatiempos favoritos, entre los que se incluían tejer mantillas para los toros de lidia, pescar mojarritas con calderín en estanques poco profundos -tenía pavor de ahogarse- y recolectar mariposas. Siendo un habilísimo promotor de sí mismo y poseedor de un intuitivo manejo del aún incipiente marketing, el escritor hizo creer a todo el mundo que sus hobbies, en realidad, eran el toreo (aunque le tenía fobia a cualquier cuadrúpedo más feroz que una oveja) la pesca de altura y la caza mayor.
Con la publicación de "Adiós a las armas", en 1929, tuvo su mayor éxito hasta el momento, a pesar de su citado miedo a cualquier gesto más violento que sonarse la nariz con cierto estruendo.
En 1952, residiendo en Cuba, ganó el Premio Pulitzer de Ficción por la novela corta "El viejo y el mar". En otro despliegue de cálculo, tanto el título como la trama fueron resultado de un cuidadoso estudio de lo que los lectores esperaban. Algunos de los nombres tentativos que luego Hemingway desechara fueron "El prepúber y el charquito", "El adolescente y la laguna" y "El hombre de mediana edad y la piscina de loneta".
El 2 de julio de 1961, Hemingway murió de estreñimiento agudo, pero -maestro de la autopromoción hasta el fin- se las ingenió para engañar a los médicos que le practicaron la autopsia, quienes dictaminaron que estaban ante un evidente caso de autoeliminación por tiro de escopeta.
________________________________________________________
ALIANZA PARA EL AMOR
Señor webmaster le ruego tenga a bien
asistirme en esta búsqueda de amor.
Publique mi mensaje en su página
y por siempre le agradeceré el favor.
A decir verdad yo no exijo mucho.
Rubia , castaña, morocha o teñida,
el color de tu pelo poco importa.
Los requisitos te informo enseguida:
Acerca de la edad soy tolerante
y para explicarlo voy a ser breve:
no ansío una niña menor de trece
ni la que exceda de los diecinueve.
La chica que anhelo ha de ser turgente.
El aspecto es para mí fundamental.
A ver si soy claro: quiero una loba
aun sin coeficiente intelectual.
No me desvela tu personalidad.
Lo mismo me da si eres casi autista.
Por mí puedes ser atontada y sosa
o trastornar a cualquier analista.
Trato de hallar una mina polenta
que no sea decente y pudorosa.
Te imagino apetente y muy lasciva.
Te sueño degenerada y morbosa.
No quiero que seas una del montón.
Espero encontrar algo distinto:
pretendo una joven que esté dispuesta
a saciar mis bajísimos instintos.
Busco mujer de posición sólida.
Con alguien así juro que me caso.
Te quiero con muchos bienes inmuebles
pues aspiro a pegar el braguetazo.
De mi diré que no soy una joya
ya que disto de ser un buen partido
y dejo demasiado que desear:
soy sucio, feo, inculto y desabrido.
No soy un hombre de gustos sencillos
y me aburre pasear al aire libre.
Soy timbero, borracho y mujeriego
y adicto a drogas de todo calibre.
Odio los animales y las plantas.
Detesto cine, música y teatro.
Soy deshonesto, tramposo y jodedor:
confieso que he clavado a más de cuatro.
Soy machista y de carácter podrido,
indolente, apático y muy boludo.
Me repugna ese vicio de madrugar
y cualquier tipo de trabajo eludo.
Si tu fantasía soy yo, muchacha,
y tienes las condiciones que pido,
escribe a Caballero Esperanzado
que del resto se encargará Cupido.
Elbardo Smith
_______________________________________________________
Barnaby & O’Malley
en San Felipe & Santiago
Capítulo III
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR.
B & O se constituyen como un sólo hombre al pie del Obelisco, donde han de establecer contacto, con tacto, con su contacto. O'Malley no logra evocar el santo y seña del día, mas luego lo recuerda de pedo, o porque Dios es grande. Cumplida dicha formalidad, el agente encubierto (quien, a manera de tapadera, funge cmo jogger) trueca, en una habilísima maniobra de prestidigitación o legerdemain, el walkman que porta por el que carga O'Malley.
-Bien, O'Malley, viejo asociado, oigamos esa cinta.
-Tus órdenes son deseos, Barnaby, viejo cómplice.- Así diciendo, O'Malley insertó en su oreja izquierda uno de los pequeños auriculares, en tanto Barnaby introdujo el restante en su pabellón auricular derecho. Esto los obligó a acercar sus respectivos rostros de tal manera que la posición resultante, además de harto incómoda, se prestaba a ser mal interpretada por cualquier observador no avisado.
Nuestros héroes, sin embargo, hicieron oídos sordos a las soeces pullas de los transeúntes (quienes se permitían dudar a voz en cuello y en términos francamente guarangos de la virilidad de ambos agentes), y oprimieron el botón marcado play. Tras unos segundos de silencio, sus tímpanos fueron cuasi perforados por una descarga sonora de una intensidad más que considerable.
-O'Malley, viejo botarate-, bramó Barnaby, ensordecido -te sugiero que reduzcas un tanto el volumen de reproducción.
-Lo siento, Barnaby, viejo atronado. Aguarda un instante-. El segundo intento obsequió a nuestros espías un son de variados instrumentos de viento acompañados de pailas y similares tambores, mientras una voz cantaba e informaba al mundo que la cama de Juana chilla.
-O'Malley, viejo tropical, ¿qué diablos significa esta cacofonía pseudo caribeña?
-Lo ignoro, Barnaby, viejo Camagüey. Quizá se trate de un mensaje cifrado que debemos desentrañar-. En ese momento, el gimnasta esputrio se acercó nuevamente a ellos y, trotando en el lugar, dijo a O'Malley:
-¡Pah, loco, qué boludo! ¿Podés creer que me dejé la cinta de Karibe adentro del uolman? Tomá, ésta es la de ustedes-. Realizado el correspondiente intercambio, el atleta ficticio volvió a alejarse al trote.
-Bien, Barnaby, ahora sí. Oigamos la grabación.
-Aguarda, Barnaby, viejo acuciado. Aquí estamos llamando la atención y estamos demasiado expuestos. Será mejor que ocupemos una habitación en algún hotel céntrico antes de interiorizarnos de nuestra misión.
-Bien pensado, O'Malley, viejo prudente. Caminemnos por la avenida por la que veníamos.
-Barnaby, creo que sería mejor empezar a familiarizarnos con los usos y costumbres de los nativos. Tomemos un autobús.
-Excelente concepto, O'Malley, viejo despabilado.
El autobús se detuvo en la parada. En el atestado interior del vehículo no cabía un alfiler. Afortunadamente, el grupo que aguardaba para ascender estaba formado íntegramente por seres humanos, de modo que nadie se quedó a pie.
El coche era un típico ejemplar de la flota de transporte urbano de pasajeros, con la clásica leyenda: "Prohibido hablar. Prohibido salivar al conductor." El guarda berreaba:
.Pasandu al fondu que hay lujar. ¡Un pocu de buena voluntad, coñu! ¡Pasandu en quíntuple fila, ostia! ¡Osté, joven, córrase un pocu más!
-Si sigo corriéndome voy a terminar en el ómnibus de atrás-, comentó el aludido con su último resto de aliento a un compañero de infortunio. Amoratado y con los ojos desorbitados, éste hizo una apreciación sobre las condiciones en que viajaban:
-¡Gggggg!-, dijo.
-Cerrá y vamus-, ordenó el guarda cuando hubo subido la última víctima. Ésta procedió a dejar en el piso un bolso que portaba y extrajo del mismo un objeto, al tiempo que vociferaba:
-Dama sicabayero que viaja neneste medio de trasporte urbano de la siudá capitalina, tenga nustede muy bueno sieselentes día. Tengo el plasé de informarle saustede questoy ofresiendo un produto útil y nesesario que no puede faltá nel bolso e la dama ni en el bolsiyo el cabayero. Y viseversa, por qué no desirlo. Me refiero a este servisial metro, como ustede podrá napresiá, que no será patrón pero que suna yuda inestimable pal onesto laburante. El susodicho istrumento le viene confesionado en madera de petiribí y lapacho japoné, barnisada somera pero consiensudamente. Ademá, por si esto fuera o fuese poco, es totalmente desplegable. Y por si alguno duda de mis palabra, prosedo ipso pucho a realisá una demostrasión prática.
Para horror del pasaje circundante, el anormal procedió, nomás. Entre ayes y puteadas desplegó el adminículo.
-Ya ven lo sincrédulo que no miento. Pero además se trata de un modelo de avansada. Fetivamente, cuando usté termina la tarea meditisia puede volvé a plegarlo.
Uniendo el dicho al hecho, el hombre replegó el trebejo, el cual trajo consigo, adheridos a sus varios segmentos, un ojo de vidrio, una dentadura postiza y un braguero ortopédico.
-Yastoy con usté, cabayero-, dijo el comerciante, internándose a codazos y mordiscones en la compacta masa de doliente y estrujada humanidad.
-Oiga-, dijo el caballero de marras mientras examinaba el artículo, -¡este metro mide noventa y tres centímetros!
-Y bueno, hermano, por dies luca que te sale no vasasé escombro por un quítame ayá uno sentímetro, ¿no?
En el asiento de los bobos, a todo esto, un tipo se hacía el ídem fingiendo dormir y haciendo oídos sordos ante la indignación de una anciana que farfullaba imprecaciones acerca de la falta de caballerosidad de los hombres de ahora, que no eran como en sus tiempos.
-Tiene razón, señora-, observó una curvilínea manteca de minifalda que estaba de pie junto a ella.
-No diga eso, ricura. Tome asiento-, dijo el vivo palmeándose los muslos y sin moverse un ápice de su lugar.
Parado del otro lado del pasillo, un urso que era un sólo músculo y que usaba una ajustada camiseta con la leyenda "Souvenir de L'Avenir" estampada a la altura de los schwarzeneggerescos pectorales, se lucía ante un trío de adolescentes que lo miraban boquiabiertas. El forzudo se aferró al pasamanos y empezó a elevarse como quien no quiere la cosa. Lamentablemente, la presión de los pasajeros que lo flanqueaban hizo que el pantalón se viera imposibilitado de acompañarlo en su movimiento ascendente, con lo que las jóvenes pudieron comprobar, desilusionadas, que pese a las pesas y las poses, algunas zonas del orbe seguían sumidad en el subdesarrollo.
Sentado al lado de las niñas, un paisano de bombacha y alpargatas, quien tenía a sus pies un bolso repleto de higos maduros, cebaba mate con un termo que lucía un adhesivo que rezaba: "El Resorte. El mejor boliche del pago". En un alarde de habilidad manual, el hombre había esculpido, con la yerba descartada al darle vuelta al mate, una perfecta reproducción de una carabela del siglo XV, con escorbuto y todo.
Volvió a detener la marcha el autobús. Se abrieron las puertas y otra manda de incautos ingresó a la cámara de torturas sobre ruedas. Aquello era un espectáculo dantesco.
Una criatura que viajaba sobre la falda de su madre ejercitaba su recientemente adquirida destreza lectora:
-Puer-ta de e-mer-gen-cia ... Mamá, ¿para qué es esta palanca?
-¡No, nene, no toques eso! ¡Nooo!
Pero ya era tarde. Aquella fue la primera vez que se vio un ómnibus entrar en erupción.
* "Amos del futuro/Furor tropìcal" (Álbum doble). Sóndor. Nº 466.2. Disponible en kassette y disko kompakto en todas las diskerías y kasas del ramo. (De vuelta al texto.)
CONTINUARÁ.
________________________________________________
EN ESTE LUGAR SAGRADO ...
Facultad de Odontología
_____________________________________________________________________
Viva la triple P: pala, paja, pija.
La pija de tu madre.
La pija de tu abuela.
Vien lindo es que te chupen la concha.
Es lindo, yo lo sé porque me la chupan, pero bien va con b no con v, idiota.
Bar Añón
______________________________________________________________________
¡Cachuchonas!
Facultad de Arquitectura
______________________________________________________________________
Hay que endurecerse pero sin perder la ternura jamás.
Sí. Bien dura es buenísima.
Facultad de Medicina
____________________________________________________________________
Pirucha y Mary.
No seas groncha, Pirucha es mía.
No sean hijas de puta. Mary soy yo y yo soy virgen.
Bar del Parque (frente a Psicología).
______________________________________________________
(Bar La Tortuguita.)
NOTA DEL WEBMASTER: Tranquilas, muchachas: ya dejé con Virginia S., estoy nuevamente en el mercado y escucho ofertas.
_______________________________________________________
Vivir es un partir constante. A qué te quedás acá, vaya a saber qué hay después de la niebla.
Qué me voy a quedar con el olor a mierda que hay.
(Facultad de Derecho. Sociología. Ciencias de la Comunicación.)
_______________________________________________________
¿Jamás te enamoraste de verdad? Pues te diré que el sexo sin amor es como una carrera sin meta. Por mejor que lo hagas no sirve para nada, es como una gimnasia.
No creo que una puta como vos tenga metas.
¡Chicas, a coger que se acaba el mundo! No sean tímidas.
Tranquila, ninfómana.
Con putas como vos, sí que se acaba.
Yo cogí y es divino. Prueben.
Sí, puta y con mucho gusto.
Buscad a Dios. Puede ser hallad
La Biblia.
(Facultad de Ciencias Económicas)
_____________________________________________________________
Fabio puto.
Me extraña que después de haber estudiado abogacía tengan la ignorancia de escribir pavadas.
A vos quién te dijo que yo estudié. Yo soy catedrático, no confundas.
(Facultad de Derecho y Ciencias Sociales)
Extraído del libro Antología del retrete
Grafitis de los baños de mujeres
Prólogo y recopilación: Andrea Blanqué
Editorial Memphis - Vintén Editor
Buenos Aires - Montevideo - 1991
¡¿Vo, qué hacés acá?! ¡¿No te dijimos que eso no era un vínculo?! Loco, ¿no ves questamos laburando? Dale, che, tomatelás, no rompas los huevos.
|